SIN FRONTERAS

El valor de renunciar

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Pasa que quienes genuinamente aman su país y que tienen algo que aportar en campo determinado suelen encontrarse en un querer constante por sumar, no solo desde la opinión, sino desde la acción ejecutora. Y suele suceder que ese aporte valioso, en algunos casos, solo puede realizarse desde el Gobierno, por lo público del asunto. No puedo desde aquí enumerar las satisfacciones profesionales del doctor Edwin Asturias en su carrera como galeno prominente, ni tampoco describir ese pesado terrón de arena que, desde una universidad de primer mundo, estará aportando a esa noble ciencia que tiene como fin procurar la salud de la especie humana. Pero lo que sí puedo es imaginar la ilusión que lo invadió al recibir la llamada del presidente de su país, convocándolo para venir a conducir desde lo médico el esfuerzo contra la epidemia que amenaza con arrasarnos. Puedo imaginar que una tonelada de ideas corrieron por sus venas en el minuto siguiente a esa llamada. Cien criterios que durante semanas habrá pensado en la soledad de su cabeza, y que eventualmente comunicó a través de su cuenta personal de Twitter. Una cuenta que llegó a ser un referente nacional, en especial para todos quienes habitamos el mundo de las redes sociales.

' Quienes se separan de lo inepto, lo corrupto, o antidemocrático no solo salvan su buen nombre.

Pedro Pablo Solares

Pero pocas semanas después de esa llamada las cosas no han estado a la altura de las expectativas. La comisión, cuya abreviación es Coprecovid, no tuvo el mando médico de la epidemia. Más bien está subordinada al ente rector, que es el Ministerio de Salud. Y el doctor Asturias ni siquiera preside la Comisión. Únicamente se le nombró como director ejecutivo. ¿Pero ejecutor de qué? Al día de hoy, aparentemente, no tiene ni siquiera presupuesto. Un inmueble le fue asignado, pero según una nota publicada ayer en este diario, el mismo doctor habría expresado que en esa sede “no se tiene todavía todo lo que se necesita”. La verdad, creo que el doctor fue discreto en su declaración. Quien pasa por el frente de la casa mira que ahí no hay movimiento. Más bien parece que ni siquiera han llevado escritorios. Coprecovid, entonces, sin rectoría. El doctor Asturias, sin jerarquía. Y todo, sin presupuesto. Sin querer ser pesimista, no puede uno evitar hacerse preguntas evidentes, que seguramente hasta el mismo doctor Asturias estará haciéndose en silencio: ¿es Coprecovid un esfuerzo genuino que va lento por la burocracia del gobierno ineficiente? O ¿habrá sido una maniobra para complacer a sectores de oposición y, de paso, silenciar al referente médico que, a base de ciencia, se ganaba la atención ciudadana?

El anuncio de una comisión independiente fue celebrada por el buen nombre de quien se anunció que la dirigiría. Pero llega el momento para que el doctor evalúe si su permanencia suma más de lo que resta, al dar respaldo a algo que puede no merecerlo. Creo que ya los médicos Arathoon y Pezzarossi, con sus discretas renuncias, le marcaron camino. Quizás ellos ya sumaron sus nombres a una lista de honorables, recordados por haberse retirado de algo que no les merecía. Solo en la historia nacional recordamos a ilustres como don Lorenzo Montúfar, quien se apartó de Barrios cuando este ferió los territorios de occidente. No digamos el licenciado Villagrán Kramer, quien dijo no al sanguinario régimen militar. Los altos funcionarios que le renunciaron a Serrano Elías, por mencionar unos pocos. La historia nos enseña que quienes se separan de lo inepto, lo corrupto o antidemocrático, no solo salvan su buen nombre. Principalmente ayudan a construir los valores en los que profundamente creen. Desde esta página va mi empatía hacia el doctor Asturias. Entiendo su vocación y pasión, pero, ojalá, en serio, esté consciente del enorme poder que significa la presencia de su nombre para el equipo del presidente Giammattei.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.