CABLE A TIERRA

Entre pseudodemocracias y dictaduras

Centro América se desintegra entre pseudodemocracias capturadas por alianzas criminales y autoritarios electos en las urnas que cumplen con los procedimientos, pero cuyo ejercicio del poder no podría estar más ajeno a los principios democráticos. En un lado, está el modelo de pseudodemocracias cooptadas y capturadas como la guatemalteca y la hondureña, cuyas instituciones están atrapadas en las fauces de alianzas corruptas forjadas entre la elite económica, los partidos políticos y los capos y representantes de las economías ilícitas que pululan por doquier, y que saquean inmisericordemente al Estado. Pseudodemocracias donde todo esfuerzo hecho a la fecha por lograr una depuración que emplee las vías democráticas, se ha topado con muros infranqueables erguidos por estos delincuentes legalizados.

' ¿Es un “dictador bueno” la alternativa a la cooptación narcooligárquica en Centro América?

Karin Slowing

En el otro lado, está Bukele en El Salvador; entiendo y respeto la legitimidad que le da haber ganado ampliamente las elecciones de su país, primero del Ejecutivo, y luego, de la Asamblea Legislativa. ¿Pero me pregunto seriamente si esto alcanza para facultarlo a tomar control de todo el Estado, en particular, de las instituciones llamadas a ser su contrapeso? ¿No era suficiente controlar los poderes Ejecutivo y Legislativo, para cambiar el rumbo del país para mejor? En lo personal, no veo al presidente Bukele como un líder de raigambre popular que accede al poder por la vía de elecciones para cumplir el mandato que le da el pueblo del cual procede y al cual representa. Lo veo más como la cabeza, emblemática y muy carismática, de una elite económica emergente, que ha alcanzado masa crítica y peso político suficiente como para desplazar del poder a la elite económica tradicional que ha controlado El Salvador desde siempre.

El recambio de elites económicas y políticas es un paso indispensable para generar un verdadero proceso transformador de desarrollo en Centro América. ¿Pero es que acaso es ineludible para ello que un “dictador bueno” tome el control de la sociedad? ¿No hay espacio o posibilidad en nuestros países para la convivencia entre democracia y desarrollo que intenta constantemente Costa Rica, aun en medio de enormes desafíos e imperfecciones?

Quisiera tener más respuestas que preguntas. Quisiera ver y escuchar a los politólogos de la región pensar y debatir lo que nos ocurre, proponer alternativas que iluminen nuestro entendimiento y actuar. Me da temor que la historia de nuestros países centroamericanos está plagada de caudillos que comienzan bien, pero terminan sirviéndose a sí mismos y a los grupos de interés que representan a costillas de ese pueblo que los eligió. Dictadores que usan su carisma con la gente para su cometido, hasta que finalmente toman el control y botan la máscara, para mostrarse tal cual son y oprimir al pueblo que alguna vez creyó en él, como ocurre en Nicaragua.

¿Es un dictador “bueno”, como se le percibe a Bukele, la alternativa a la cooptación narcooligárquica de Honduras y Guatemala? ¿Podrá diferenciarse ese modelo del autoritarismo connivente de los Ortega-Murillo? Está visto que los grandes empresarios guatemaltecos no tienen empacho de hacer negocios en Nicaragua, a pesar de las abiertas posturas antidemocráticas y anti-derechos que maneja esa dictadura electa. Tampoco parece importarles que Nicaragua se haya convertido en refugio de prófugos de la justicia, pero si cuestionan que Bukele le quite el control de las instituciones a la elite económica tradicional salvadoreña. Para muchos que ven con buenos ojos lo que ocurre en El Salvador, solo eso ya es una buena señal; una esperanza de que Bukele pueda, efectivamente, darle caravuelta al sistema.

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