A contraluz

Escenario infestado de pirañas

Arévalo enfrenta un escenario hostil en el que hay fuerzas que buscan desgastarlo y eventualmente sustituirlo.

Cuando Vinicio Cerezo llegó a la Presidencia, en 1986, tenía muy claro que su cuota de poder era ínfima con relación al poderío que ostentaba en ese entonces el Ejército Nacional. En una entrevista periodística dijo que su poder se reducía a un 25 por ciento. Los generales habían abierto el espacio para el retorno a la civilidad por el desgaste político que habían sufrido, pero eso no significaba que se retiraran a sus cuarteles. Durante su mandato, Cerezo afrontó varios intentos de golpe de Estado de sectores castrenses que se identificaban como los “Comandantes de la montaña”. Casi cuatro décadas después, el escenario vuelve a repetirse, aunque las fuerzas contrarias sean otras, al igual que los procedimientos desestabilizadores. Bernardo Arévalo tiene tres meses de haber asumido la Presidencia y navega en aguas infestadas de pirañas de todo tipo. El escaso margen de maniobra que tiene se ve afectado por la carencia de operadores políticos y de cierta ingenuidad en su trato con sus detractores.


Arévalo enfrenta un escenario hostil porque hay fuerzas poderosas que buscarían desgastarlo y eventualmente sustituirlo. Entre los sectores adversos están la fiscal general, Consuelo Porras; los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), de la Corte de Constitucionalidad (CC), una mayoría parlamentaria adversa, así como las pirañas de los partidos de la derecha a la ultraderecha. El alacrán en la camisa es Porras, quien amenaza con quedarse hasta mayo del 2026, o sea más de dos años en los cuales bloquearía la lucha contra la corrupción, la principal bandera del gobernante.

Pero no solo eso, Porras también tendría entre sus objetivos eliminar al Movimiento Semilla y retirarle el antejuicio al propio presidente. Ella es el rostro visible del Pacto de Corruptos que opera de la mano de Giammattei, que en las sombras continúa cuidando sus oscuros intereses. ¿Por qué creen que no avanzan las investigaciones en el Ministerio Público contra el anterior presidente? Sus tentáculos también llegan al Congreso, en el que trata de desbaratar las iniciativas favorables al Gobierno.

Los magistrados de la CC le tienen atadas las manos a Arévalo porque responden a los intereses de la cleptocracia.


Los magistrados de la CC le tienen atadas las manos a Arévalo y a sus legisladores. Ya se ha vuelto un lugar común que cuando los diputados de Vamos quieren bloquear las iniciativas oficialistas acudan a presentar amparos ante esa corte, la cual, ni lenta ni perezosa, resuelve a su favor. Eso significa que estos magistrados no estarían en función de la defensa de la constitucionalidad, sino como un ente político de oposición al Organismo Ejecutivo. Otro tanto ocurre con los magistrados de la CSJ. El 29 de febrero, el procurador general de la Nación y el secretario general de la Presidencia presentaron una petición de antejuicio contra Porras, pero 43 días después el pleno de la CSJ no ha entrado a conocer tal solicitud. En cambio, los magistrados de la CSJ decidieron continuar con el trámite de antejuicio contra la vicepresidenta Karin Herrera, pese a que el MP había desistido del mismo. ¿Alguna duda de hacia dónde giran sus intereses?


El sector empresarial tampoco es afín al presidente. Durante el proceso electoral, una parte del gran capital financió campañas contra Arévalo por tacharlo de comunista, al igual que varios pastores evangélicos ultraderechistas. Esos grupos están ahí, a la espera de que caiga Arévalo para que vuelva a reinar la cleptocracia. El principal respaldo nacional de Arévalo han sido los pueblos indígenas, a los cuales no ha tratado precisamente bien, algo que se observa en la conformación del gabinete ministerial. A nivel internacional, el gobierno de Joe Biden es quizá el mejor aliado de Arévalo, pero este sabe muy bien que podría haber nubarrones a corto plazo si Donald Trump retorna a la Presidencia de EE. UU., algo que es el sueño dorado de sus detractores.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.