ALEPH

Esta Segunda Revolución de Octubre (II)

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El domingo anterior se publicó el primero de dos artículos, donde sostenía que, a partir de los hechos y sin romanticismos ni posturas políticamente correctas, considero que los actores más relevantes de esta Segunda Revolución de Octubre están siendo los pueblos originarios.

' Los actores más relevantes de esta Segunda Revolución de Octubre están siendo los pueblos originarios.

Carolina Escobar Sarti

Basados en sus niveles de organización han logrado escalonar las manifestaciones, sumar actores y sectores, pero, más allá, han fijado postura: 1.) no lo hacen por un partido, sino por un país; 2.) están organizados a nivel nacional, aunque tengan distintos enfoques estratégicos y políticos; y 3.) no van al diálogo y el paro sigue hasta que no renuncien los operadores del Pacto de Corruptos, claramente nombrados: Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Fredy Orellana y Cinthia Monterroso. “Es demasiado tarde”, indicaron voceros de los 48 Cantones de Totonicapán, ante la falta de respuesta del gobierno y la vergonzosa respuesta de la Corte de Constitucionalidad.

A nadie le gusta tener a un país parado. Pero para millones de personas, este país ha estado bloqueado por siglos, y la libre locomoción termina siendo un eufemismo cuando no tienen dinero ni para venir a un hospital de la capital, menos para comprar medicinas. El tráfico que nos mantiene por horas en nuestros vehículos cada día es lo que muchos asocian a la falta de libre locomoción, pero son los millones de personas, principalmente indígenas, sin acceso a alimentos, agua potable, educación, salud, vivienda, trabajo, techo y vida digna todos los días de su vida, quienes nos confirman la falta de libre locomoción. Si fuéramos el país de la movilidad social y las oportunidades, no tendríamos tantos connacionales en el norte, mandando remesas que hoy constituyen casi un 22% del PIB nacional, más que todas las exportaciones-país.

Entre los mismos organizadores del paro hay pequeños y medianos empresarios que están perdiendo dinero. Madres que han dejado a sus hijos por días. Personas que han dejado de recibir un salario. La diferencia con nuestra visión ladina-mestiza es que ellos practican algo llamado en k’iché “pajom(aj)”, un sistema de mantenimiento y solidaridad comunitaria con sus autoridades. El Pacto de Corruptos ha querido infiltrar grupos de choque, lo cual podría provocar una tragedia mayor. Hay gente que no entiende que no entiende. Este país tiene un atraso considerable, respecto de casi todos los otros del mundo, porque hay élites miopes y voraces que no creen en invertir en el desarrollo de toda una nación.

El empresario Lionel Toriello dijo en un podcast reciente de Tan/gente que “Guatemala tiene un empresariado muy activo políticamente de forma tradicional, (…)que de alguna manera ha constituido una clase senatorial (…); la historia de Roma nos enseña que el patriciado se puede desbocar en sus ambiciones y puede ser, al final,(…) la clase senatorial, la que termine asesinando a la República”. Ese empresariado se ha materializado en el Pacto de Corruptos y ha terminado sirviéndole a Guatemala un Estado secuestrado y una nueva revolución, ante el evidente golpe de Estado que están dando sus operadores (leer teoría política, no diccionarios, por favor). Lo más simbólico es que los principales actores de esta Segunda Revolución de Octubre, en un país clasista y racista, están siendo los pueblos originarios.

Esto no es un problema de izquierdas y derechas, es una cuestión entre la decencia y una corrupción que nos tiene podridos. Si todo el dinero de esa corrupción y del cabildeo en Washington, cantidad bastante mayor que la que podrían estar perdiendo cada día los corruptos, se invirtiera en el desarrollo del país, Guatemala sería otra. Pero lo que por derecho nos corresponde ha sido visto como oportunidades de privilegios y negocios por quienes son parte del pacto de corrupción. El paro sigue, dicen las autoridades ancestrales, hasta que se vayan los corruptos. Que así sea.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.