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Fin al subsidio agrícola en Europa

El campo exige apoyo, respeto y reconocimiento, dicen los campesinos.

Hace algunos años, se generaban protestas donde se cortaban las carreteras bajo patrocinio no escondido de una organización campesina europea. Supuestamente se buscaba mejorar las condiciones de vida de la población rural, pero tal movilización arruinaba circuitos comerciales y cadenas de producción. No fue exclusivo de nuestro país, ocurrió en Perú, Colombia y otros países agrícolas. Los mal pensados señalaron que se trataba de bajar la productividad por parte del mayor exportador mundial de productos agrarios: el viejo mundo.

La realidad ha cambiado: los cortes de carreteras ocurren en Hungría, Polonia y Rumanía, donde las quejas son por la venta de grano ucraniano más barato al producido localmente. Los agricultores sicilianos bloquean carreteras pidiendo subsidios, alegan sequía. En Francia, los agricultores, con tractores nuevecitos, afirman que congestionan las carreteras por la excesiva reglamentación de la Unión Europea, pues no pueden competir con la producción de los países mediterráneos de África. El ministro Gabriel Attal fue al sur a repartir promesas de alivio a los enojados agricultores que cortaban ocho autopistas. En Alemania, los agricultores protestan por la eliminación gradual de exenciones fiscales, sobre todo del diésel, para cultivos agrícolas. Se pidió la renuncia del canciller Olaf Scholtz y el fin del gobierno semáforo: rojo por socialista, amarillo por liberales y por los verdes.

¿Se soportará la adaptación a las nuevas realidades mundiales, sin estallidos de violencia?



A pesar de la Política Agrícola Común, con transferencias por US$59 millones de la Unión Europea, solo se aplica al 70% de agricultores designados como área de seguridad alimentaria. Tal porcentaje disminuirá para forzar la adopción de precios de mercado. Aunque también hay medidas locas, tales como disminuir el uso de fertilizantes en 20% y obligar al barbecho del 4% de la extensión de los fundos. Túnez, Argelia y Marruecos no tienen tamañas disposiciones, así el precio de sus productos agrícolas es menor en el mercado. ¿Qué ha pasado con los neoliberales y los partidarios del mercado libre? Fácil, como los movilizados son votos, cambiaron su discurso sobre los subsidios y apoyan las tractoradas.

El corte de carreteras se llevó adelante en España. El campo exige apoyo, respeto y reconocimiento, dicen los campesinos, la mayoría agrupados en tres organizaciones nacionales y otras locales. Las ciudades de Madrid, Córdoba, Málaga y Granada periódicamente observan grandes desfiles arruinando el tráfico urbano. Las demandas son abstractas: precios justos por los productos, bajar la burocracia, imponer barreras comerciales. Lo no dicho: parar la tendencia a la baja de los subsidios al campo. También se pide abandonar la negociación de acuerdos con el Mercosur e impedir la libre competencia con Chile, Kenia, México, India y Australia. Todos sabemos que el vino francés o de la Rioja se adquiere por su calidad, pero cuando no es una celebración, sino una comida de fin de semana, el chileno es bueno y nos gusta. La vida implica administrar gustos y costos.

El gobierno socialista de Pedro Sánchez ha impulsado tonterías, destruyó presas, prohibió utilizar regadío en ciertas zonas, no ha reforzado la inspección para evitar el doble etiquetado, o sea, hacer pasar determinados productos como originados en una zona naturalmente privilegiada, impulsar los derechos universales de los animales, etc. Con ello agrava la crisis del sector, como se llama eufemísticamente a la tendencia a la baja de subsidios y de los precios de los productos agrícolas europeos. En el futuro se concretará terminar con un desequilibrio de la posguerra del siglo XX.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.