CABLE A TIERRA

Fin de la emergencia sanitaria por covid-19

El 4 de mayo de 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró oficialmente el fin de la emergencia sanitaria internacional derivada de la pandemia por covid-19. Esto no significa que el virus SARS-CoV-2 y sus variantes haya dejado de circular; tampoco que ya no haya enfermos por covid-19, personas hospitalizadas, luchando por su vida, o fallecidos por esta enfermedad. Lo que significa es que la magnitud e impacto de este problema de salud se ha reducido notablemente, tanto en el número de casos como, sobre todo, en la mortalidad, por lo que ya no amerita que permanezca activo dicho mecanismo. Es resultado, entre otras cosas, de que a nivel mundial se logró alcanzar un mínimo de 70% de población vacunada con al menos una dosis. Por supuesto, es un logro que oculta profundas inequidades, generadas tanto por las graves asimetrías geopolíticas que imperan en la economía global como por las debilidades estructurales de la mayoría de los sistemas públicos de salud que limitaron el acceso a la vacunación a sus propios ciudadanos.

Cuando se revisan los datos mundiales de cobertura vacunal y se contrastan con los de decesos registrados por covid-19, se observa que cuando se alcanzó a nivel global una tasa de vacunación de cien dosis por cada cien habitantes, alrededor de septiembre de 2021, comenzó a descender lentamente la tasa de mortalidad; el efecto fue más evidente cuando la tasa de vacunación alcanzó las 135 dosis por cada cien habitantes, a finales de marzo del 2022. Aun así, tomó poco más de un año más llegar al mínimo porcentaje requerido de cobertura vacunal, pesando fuertemente en ello las inequidades entre países y a lo interno de los países en el acceso efectivo a vacunas.

' También se deben abordar las causas estructurales de las pandemias.

Karin Slowing

Desconozco todavía cuáles fueron todos los criterios técnicos que siguió el comité de la OMS para concluir en el cese de la alerta sanitaria, pero seguro la cobertura vacunal fue uno de ellos.
Evidentemente, también hay componentes políticos. El anuncio hecho por Estados Unidos hace un mes, aproximadamente, puso presión sobre la OMS; pero, además, en la práctica, la mayoría de los países ya había abandonado la mayor parte de medidas no farmacológicas meses atrás, por lo que se corre el riesgo de desgastar el mecanismo de Alerta, que se mostró útil para catalizar el sentido de urgencia en los países para enfrentar la pandemia. Por supuesto, en algunos casos con mayor éxito que en otros.

¿Qué debería pasar ahora? El acuerdo que alcancen los Estados con el Tratado Pandémico será indicativo de hasta qué punto hay una voluntad seria de prevenir y prepararse mejor para próximos eventos catastróficos en salud, especialmente pandemias. Preocupa que poco se habla en dicho tratado de afrontar las causas estructurales de estos eventos, tales como el cambio climático, la destrucción de los ecosistemas naturales, que altera la relación de los humanos con los otros seres vivos en el planeta.
Tampoco se cuestiona el modelo económico y social dominado por una matriz energética basada en combustibles fósiles, para una economía cuyo pilar sigue siendo el hiperconsumo de bienes y servicios por parte de unos cuantos, a costa de la depauperación y el hambre de millones.

En este modelo, la salud es un bien de mercado y, por ende, los medicamentos, vacunas y tecnología médica pasan primero por el lente del lucro antes que el de la salvaguarda de la vida humana. Claro, también toca mejorar drásticamente los sistemas de vigilancia epidemiológica nacional, regional y global; revigorizar los sistemas públicos de salud, y en general, retomar la salud pública como ese paraguas multidisciplinario que aboga y trabaja para que conservemos la salud en primera instancia.

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