Miramundo
Frente a nuevos retos, hasta pronto
De seguro podrán existir más fuentes de opinión y habrá mayor interés para acceder a estas oportunidades.
La vida presenta ciclos: gozarlos, vivirlos y cerrarlos es un reto ineludible. Sin duda, los inesperados, sorpresivos y dolorosos son siempre los más difíciles, pero también los hay que se asumen con optimismo y alegría para construir algo nuevo.
Desde el 30 de marzo de 2008 asumí con entusiasmo el papel de columnista en Prensa Libre y cada miércoles he tenido el reto de expresarme, en un país donde esto a veces causa problemas y un dejo de incertidumbre. Soy parte de la generación del silencio. Ejercer el derecho a la libre expresión, en un contexto donde permanecer callado es parte del éxito de muchos, ha sido un tanto complicado, pero al ser nieto, hijo, hermano y ahora padre de columnista o periodista quizás los genes animan a exponer criterios y tratar de orientar la opinión.
Por razones profesionales y nuevos retos dejo las páginas editoriales de Prensa Libre. Mis esfuerzos para aportar a la construcción democrática migrarán al campo institucional, con renovado aire. Quiero agradecer, en primer término, a quien me invitó a su casa, al cuerpo editorial de Prensa Libre, quien jamás restringió, achicó o censuró una sola palabra, sino al contrario, me ayudó en varias ocasiones a construir la idea.
Mi gratitud también a todos los lectores de este diario, permanentes y ocasionales, en especial a mi madre y Mafer, mi compañera de vida. Ellas indudablemente han sido las más fieles y estoy en deuda por sus palabras de aliento, críticas y atinados comentarios.
Mi gratitud también a todos los lectores de este diario, permanentes y ocasionales.
Tener una columna siempre será un reto, pero tenerla cuando existe crisis en los medios y cuando sabemos que el género como tal no es el más apreciado por las nuevas generaciones, es un desafío completo. Ahora que tenemos un nuevo régimen que sí respeta la libre expresión del pensamiento y se ha comprometido con eliminar las dinámicas represivas de Morales y Giammattei para silenciar voces críticas, de seguro podrán existir más fuentes de opinión y habrá mayor interés para acceder a estas oportunidades.
La espinita de escribir no se quita. De seguro, en otros lados seguiré aportando, sobre todo ahora, cuando la Constitución o las leyes de rango constitucional no tienen la supremacía de su naturaleza, sino se encuentran sujetas a las ocurrencias la Corte de Constitucionalidad; o bien, cuando se habla de la necesidad de elegir cortes independientes pero estamos prestos a repetir la farsa de las comisiones de postulación por enésima ocasión.
La participación en democracia es fundamental, el respeto a la institucionalidad republicana es clave. Vemos acá cerquita cómo la tiranía de las mayorías crece cual hiedra y cierra espacios de viento para oxigenar los derechos más elementales. Por eso los guatemaltecos debemos enfrentar las luchas pendientes del proceso de paz, como ejercer verdadera fiscalización a la justicia, puesto que dejarla sola en manos de abogados es de las peores decisiones. Gracias a todos los lectores: a quienes comentan e incluso a quienes muestran enemistad por estar en desacuerdo; eso es parte de la mochila de resentimiento censurador con el cual hemos crecido.
Mi gran maestra de Derecho Constitucional, Midori Papadópolo, nos señalaba en sus clases, justo cuando la Constitución estaba estrenándose, cómo las nuevas generaciones, nacidas bajo su texto, serían más libres y, en consecuencia, tendrían mayor responsabilidad de la efectiva vigencia de los derechos fundamentales. Esa libertad la percibo en mis tres hijos, ya que mi generación creció bajo el manto del silencio. Dejo este ciclo con la certeza de que nuevos comentarios vendrán para fortalecer algo que a veces nos parece lejano: el respeto al otro, ese ideal tan anhelado y necesario. ¡Hasta pronto y mil gracias!