Nuestro planeta se encuentra, sin duda alguna, en un proceso de desertización, deforestación, pérdida de biodiversidad y calentamiento global provocado por la humanidad. Un indicador que resume el uso que hacemos de los recursos naturales es la huella ecológica, que sirve para medir y analizar el consumo de naturaleza que implica la forma actual de generar riqueza. Esto quiere decir que nos traduce a números el área productiva biológica requerida para producir los recursos (alimento, energía, materiales) y absorber los desechos de un individuo o empresa. Según lo que se puede percibir, estamos usando aproximadamente un 39% de recursos naturales más que los ofrecidos por el planeta.

En Guatemala, los análisis de la dinámica de la cobertura forestal para el período 2010-2016 (año del último registro) mostraron una pérdida bruta de bosques de 680,566 hectáreas y para ese año, se contaba con una superficie de 3,574,244 hectáreas cubiertas de bosques, que equivalen a un 33% del territorio nacional, una cifra preocupante, pues aunque la tendencia es considerar por separado los problemas medioambientales, sociales y económicos, están intrínsecamente relacionados, ya que los costes de los impactos en los ecosistemas recaen sobre poblaciones que no son responsables de los mismos o se difieren sobre generaciones futuras, además de que los efectos dañinos de esa degradación agravan las condiciones de vida de las comunidades rurales y de escasos recursos económicos, contribuyendo a las crecientes desigualdades, siendo, en ocasiones, la principal causa de la pobreza y el conflicto social.

Como una forma de promover respuestas y soluciones integrales a estas problemáticas, surge el Pacto Global de las Naciones Unidas, el cual es un llamado a la acción para que las empresas definamos, propongamos y ejecutemos estrategias de desarrollo sostenible desde nuestro giro de negocio, con el fin de minimizar los impactos sociales y medioambientales que se derivan de nuestro actuar en cuatro ámbitos: derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y anticorrupción.

La hoja de ruta para promover la sostenibilidad en esos cuatro ámbitos son, entonces, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales marcan las metas que como países debemos lograr a través de la promoción de iniciativas concretas que beneficien al medio ambiente y a la sociedad, tomando en cuenta las variables de desnutrición, pobreza, equidad de género, promoción de la salud, inclusión, energías limpias, conservación de biodiversidad, reducción de cambio climático, mantenimiento de ecosistemas y promoción de alianzas, ya sea interempresariales, intersectoriales o público-privadas que permitan que el alcance de las mismas sea sostenible en el tiempo, e integral, atendiendo a todas las partes interesadas desde su propio ámbito de acción.

En Guatemala, la Red local del Pacto Global se ha convertido en un espacio en el que las empresas adheridas aprendemos e intercambiamos buenas prácticas, a la vez que promocionamos alianzas entre empresas y organizaciones para promover el desarrollo de nuestro país; sin embargo, los esfuerzos son pocos si las empresas no nos unimos. Por eso extendemos la invitación para ampliar la Red, pues estamos convencidos de que la empresa es, sin duda, una de las instituciones sociales más importantes y con un mayor poder de influir en el sistema económico, natural y social, y que mientras seamos más las empresas comprometidas con accionar de manera ética, transparente y responsable, estaremos construyendo realidades más justas y más humanas para todos.