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Guatemala no se limpia sola

Guatemala está entre los países más contaminados del mundo por desechos plásticos.

Tuve la oportunidad, junto a un profesor de la Universidad de Columbia Británica (University of British Columbia) en Vancouver, Canadá, de encontrar motivos para sentirnos orgullosos como guatemaltecos del trabajo que se está realizando en Guatemala para combatir la contaminación por desechos plásticos y sólidos. Junto con mi profesor, realizamos una investigación sobre la gobernanza del plástico en Guatemala, enfocándonos en los esfuerzos e iniciativas a nivel local por parte de municipalidades, maestros, académicos, científicos, grupos juveniles, grupos de mujeres, la sociedad civil y líderes indígenas.


Es importante reconocer que Guatemala se encuentra entre los países más contaminados del mundo en términos de desechos plásticos. Lo vemos en la proliferación de bolsas de plástico de un solo uso, envases y empaques. Según algunos estudios, se estima que Guatemala es la 15 mayor fuente de plásticos que fluyen hacia los océanos desde los ríos (Meijer et al.). Esta es claramente una estadística que no debería ser parte de nuestra historia, ni de nuestro futuro. Está claro que tenemos un problema con nuestra basura, con el manejo de desechos sólidos y con la educación ambiental de la población. A pesar de ello, en Guatemala se ven muchos ejemplos de esfuerzos por mejorar la situación. En 2016, la Municipalidad de San Pedro La Laguna se movilizó para adoptar un acuerdo municipal que prohíbe el uso de plásticos de un solo uso (pajillas, bolsas plásticas, duroport). Desde entonces, comenzó una avalancha de acuerdos municipales por toda Guatemala. Nuestra investigación mostró que, hasta el día de hoy, hay otros 25 acuerdos municipales en los que se trata de prohibir o restringir el uso de plásticos de un solo uso.

Los acuerdos municipales no son suficientes si no hay buen cumplimiento de los mismos.


A nivel nacional, en 2019 se emitió un acuerdo gubernativo que prohibía los plásticos de un solo uso. El mundo felicitó a Guatemala por este intento de combatir la contaminación, pero, lamentablemente, el acuerdo nunca llegó a concretarse. Sin embargo, lo que descubrimos en nuestra investigación es que no hay límites a la voluntad de los guatemaltecos de querer un cambio. A través de las entrevistas que realicé, conocí a personas que hacen de su día a día una lucha contra la contaminación de desechos plásticos. Tuve la oportunidad de conocer ejemplos como la nueva Alianza por la Cuenca del Motagua, que dedica sus esfuerzos a rescatar el río Motagua y su cuenca. También hay esfuerzos para mejorar la recolección y el reciclaje de plástico. Asimismo, conocí de otras iniciativas que buscan educar acerca de los riesgos ecológicos y de salud asociados con los desechos plásticos y sólidos. También conocí a científicos que enfocan sus estudios en la contaminación causada por los microplásticos en el Caribe. Además, conocí iniciativas internacionales e interregionales que buscan encontrar metas comunes para combatir la contaminación en el mar Caribe.


Y este solo es el comienzo. ¿Pueden haber más esfuerzos? Claro que sí. Los acuerdos municipales no son suficientes si no hay buen cumplimiento de los mismos. Nuestra investigación no pudo capturar el nivel de cumplimiento de estos acuerdos, pero vale la pena remarcar que las iniciativas trabajando incansablemente por el cambio muestran que hay voluntad de querer hacer algo para combatir la contaminación en el país. Guatemala tiene mucho potencial; puede mostrarle al mundo que las acciones pueden nacer de las mismas comunidades y a nivel local. Guatemala puede liderar el camino hacia mayores iniciativas. Por ello, debemos continuar apoyando y sumándonos a estos esfuerzos, porque Guatemala no se limpia sola.

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