PLUMA INVITADA

Guatemala y el 202 aniversario de la Independencia del Perú

Entre las manifestaciones de afecto y simpatía de que es objeto el Perú en el histórico 202° aniversario de su Independencia Nacional, la de Guatemala reviste un especial valor, porque no solo es testimonio de una amistad nunca interrumpida —empezó hace 166 años—, sino porque también es expresión del afecto y la solidaridad de los ciudadanos guatemaltecos cuyas virtudes continúan siendo alma de los más nobles hechos y de las más heroicas acciones que hoy vienen a fortalecer la relación de dos países unidos por los principios de la latinoamericanidad.

' Gemelos en la excelsitud de sus orígenes y en el trágico estrépito de su caída...

Jorge Raffo

El Perú y Guatemala, hijos de idéntico genio comercial, exponentes de igual civilización, vinculados por la fuerza de lazos indestructibles, supieron ser fieles a su origen y a su destino. Por eso abrazaron con toda convicción la defensa de los ideales políticos continentales que encarnan el amor a la Justicia y el respeto al Derecho. No resulta extraño que sobre tan sólidas bases sellaran sus mutuas conveniencias e intereses cuando emprendieron el camino del libre comercio.

Entre ambas naciones solo puede existir, por lo mismo, unión estrecha e íntima, en el futuro como en el presente; así para el benéfico desarrollo de sus relaciones bilaterales como para la mutua cooperación que abrirá, algún día, las puertas de una prosperidad permanente que imponga el respeto y la admiración universal.

Así como se admiten gradaciones en los sentimientos de amistad entre los ciudadanos de pueblos hermanos, así también las relaciones de los Estados consienten una escala, no de derechos, pero sí de consideraciones: por eso se esfuerzan en robustecer los vínculos especiales con que la Providencia ha ligado al Perú con Guatemala, como un medio para asegurar la proyección de ambas repúblicas para que cumplan la obra de integración que el porvenir del Continente les señala.

Gemelos en la excelsitud de sus orígenes y en el trágico estrépito de su caída; gemelos en la epopeya de su invasión y de su conquista, y hasta en la etapa virreinal de su tricentenaria sujeción; mayas y quechuas, guatemaltecos y peruanos, fueron e irán siempre, como sus imperios legendarios, unidos en los estudios de los sabios, en la admiración de los estadistas, en la memoria de los eruditos y en los fastos de los historiadores.

El alejamiento en el espacio geográfico latinoamericano es otra fuente de fraternidad porque en el ambiente histórico que compartimos y la inveterada simpatía con que Perú y Guatemala despliegan sus estrategias comunes, no hay vallas ni nubes, desconfianzas ni recelos, intereses en conflicto ni aspiraciones en choque; todo es íntimo, puro, sin mancilla. Somos pues, naciones hermanas en el tiempo, en la vida y en la Historia, en las añoranzas y en los impulsos democráticos, trabajando juntos en el anhelo constante por la exaltación del alma de América en los destinos de nuestros pueblos.

Grande es el afecto que liga al Perú con Guatemala; comunes son los ideales de ambos pueblos; iguales sus orientaciones. Ningún conflicto de intereses entre Guatemala y el Perú. Anhelo común a las dos naciones es el desenvolvimiento de la industria, de la minería y de la agricultura, favorecer el progreso en todas sus formas, la instrucción del pueblo, el culto del arte. Estos son los factores principales de la riqueza, de la prosperidad, de la nobleza del sentir de dos pueblos.

Perú y Guatemala son de los pueblos más fervientemente americanistas, como que hace más de setenta años las cancillerías peruana y guatemalteca trazaron los principios fundamentales del panamericanismo en que se inspirara también la doctrina internacional de integración en actos resonantes en el concepto de servir la causa de América y de la democracia universal.

Perú y Guatemala unen sus banderas, símbolos de dignidad nacionalista, de fraternidad continental, de nobles doctrinas humanas, de hondos sentimientos de justicia internacional, manifestados con leal constancia, en todas sus lides diplomáticas y en todas las gestiones de sus cancillerías.

En el 202° aniversario de la Independencia del Perú ambos países reafirman sus comunes aspiraciones, su hermandad por la historia, sus valores compartidos. ¿Qué unión más grande que esta, santo lazo de las naciones fuertes; ennoblecida por el sacrificio; ratificada por iguales ímpetus, norte y finalidad; y, más que todo, por el anhelo simultáneo y palpitante de nuestros conciudadanos y gobiernos? Un futuro prometedor nos aguarda.

 

*Embajador del Perú en Guatemala

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