A CONTRALUZ

Hay que separar el trigo de la cizaña

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Cuando faltan apenas nueve días para las votaciones generales, la población se encuentra en una franca incertidumbre sobre a quién otorgarán su voto el domingo 16 de junio. Esta semana salieron de la contienda Edwin Escobar y Mauricio Radford, quienes tenían una intención de voto marginal y no modifican la tendencia que han marcado las recientes encuestas. Aun así, quedan 19 candidatos de un variopinto panorama de partidos políticos sin mayor representación popular. Más pareciera un cartón de lotería en el que existen opciones que no le dicen nada al elector. La participación de muchos aspirantes a cargos de elección popular no significa necesariamente mayor nivel de democracia, sino que revela una crisis de fragmentación partidaria y de liderazgos que, en la mayoría de casos, solo estarían interesados en llegar al poder para hacerse de un botín.

¿Qué representación popular tienen los partidos políticos en contienda? Muy poca. Algunos que se dicen grandes han logrado un mayor caudal electoral sobre la base del clientelismo político y promesas de bolsas de víveres que no contribuyen a reducir los niveles de pobreza y extrema pobreza en el país, pero que significan la piñatización del presupuesto nacional. Salvo algunas agrupaciones de nuevo cuño, la mayoría solo representan el reciclaje de la vieja política, sin mayor contenido ideológico. Por ejemplo, ¿qué cambio pueden significar las agrupaciones que se han alimentado de tránsfugas de los antiguos partidos Patriota, Líder o FRG, por mencionar algunos? Ningún cambio; al contrario, siguen en el hemiciclo como parásitos. Compiten por escaños en el Congreso, no para representar a sus electores, sino porque ese espacio se ha convertido en un modus vivendi y un modus operandi de la corrupción a gran escala.

No existe en Guatemala una oposición real al partido que hace gobierno. Con posiciones timoratas o abiertamente favorables a quienes gobiernan, en la actualidad existe una alianza tácita multipartidaria que tiene su razón de ser en tratar de frenar la lucha contra la corrupción. Este es un sistema político viciado, en el que las componendas están a la orden del día, al igual que el financiamiento electoral ilícito y las obras públicas se utilizan para comprar votos de diputados. Quienes traten de cerrar esa llave se convierten en un peligro para sus ambiciones. Desde el 26 de agosto del 2017, cuando Jimmy Morales declaró no grato a Iván Velásquez, comisionado de la Cicig, los partidos políticos corruptos cerraron filas en torno al presidente hasta lograr la salida de ese organismo internacional. De la misma manera persiguieron y sacaron de la campaña electoral a la ex fiscal general Thelma Aldana porque no están dispuestos a perder sus privilegios. Ese es el verdadero rostro de la política en el país: partidos corruptos y aliados del crimen organizado.

' Es el turno de votar contra las opciones que representan la corrupción y la impunidad.

Haroldo Shetemul

La gran novedad que dio a conocer esta semana el Tribunal Supremo Electoral es que ya no revocará más inscripciones de candidatos, debido al poco tiempo que falta para los comicios. Esa decisión arbitraria, que tiene su razón de ser en la lentitud del TSE para resolver cada caso, determina que entre los candidatos a diputados y alcaldes se van a colar sindicados de narcotráfico, lavado de dinero, abuso de autoridad, contratistas del Estado y otras bellezas que evidencian que solo son más de lo mismo. Pese a ello, es importante que todos los ciudadanos analicen las diferentes opciones políticas, porque no todo está podrido en las papeletas. Se pueden hacer cambios importantes en la manera de hacer política si los votantes logran separar el trigo de la cizaña. La batalla le corresponde ahora a la ciudadanía para poner un alto a la continuación de los partidos políticos corruptos e impunes.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.