Con otra mirada

Importancia de las banquetas

Lejos de cumplir su objetivo, la propuesta no pasó de ser un absurdo e innecesario elemento decorativo.

Al hacerse sedentario, el hombre organizó actividades como el comercio en determinados espacios, por lo que los primeros asentamientos estuvieron en puertos fluviales, marítimos o cruce de caminos. Así surgieron las ciudades, que no fueron necesariamente planificadas.

Introdujo elementos de superficie para discapacitados visuales sin considerar ni resolver la presencia de postes de todo tipo.

Hoy, la planificación territorial es insoslayable, a la que debe sumarse el riesgo por desastres naturales. El ordenamiento del territorio, trabajo interdisciplinario, es concebido para analizar, proponer y gestionar procesos de planificación y desarrollo de espacios urbanos o rurales tendentes a propiciar su progreso sostenible. Es una especialización de la Ingeniería, Arquitectura, Geografía, Cartografía y Geodesia. Su formulación es tarea de la administración pública y está ligada a la gestión ambiental. Como proceso económico, su objetivo es el crecimiento sostenible y el producto final será un Plan Territorial de Ordenamiento y Desarrollo o de Ordenamiento Territorial que incluye el uso del suelo. El Código Municipal obliga a los municipios a formular ese instrumento técnico-legal como única manera de prevenir futuros desastres, haciendo uso racional del suelo y de sus recursos.

En una ciudad no debería autorizarse obras de ninguna naturaleza sin antes asegurar que haya calles para la movilidad de personas y transporte; agua, solución a la basura y tratamiento de aguas servidas. No hay que olvidar que las ciudades fueron concebidas por el hombre, para su uso y satisfacción, así como para resolver la necesidad de vivienda, deporte, salud, educación, recreación, ocio; administración, industria, comercio, etcétera.

El éxito de los llamados centros históricos (conjuntos edificados dentro de un contexto urbano más amplio) radica en que son espacios de escala humana en los que la gente se conoce, comparte historia, intereses y cultura. Son zonas urbano-arquitectónicas que se han despojado del automóvil; en donde las banquetas son amplias y la rodadura para vehículos de servicio y emergencia ha sido reducida. Por su carácter histórico, la arquitectura es singular, los edificios monumentales albergan riquezas insospechadas. Hay variedad de centros culturales, bibliotecas, salas de música, teatros y cines. Desde luego hay bares y restaurantes; centros deportivos, parques y bosques.

Los centros históricos no nacen. Son resultado del paso del tiempo, contado en centurias y, por lo tanto, expresión física de la historia del pueblo que los fundó; de ahí su valor e importancia. Cómo se les trate, es materia de una especialización: la Conservación Arquitectónica que es materia multidisciplinaria, pues incluye arquitectos, urbanistas, historiadores, abogados, conservadores de bienes muebles, del ambiente y planificadores, entre otros. En su tratamiento hay enfoques y etapas que requiere de planes a diferentes escalas que responderán a necesidades puntuales de uso, vocación y propuestas. La movilidad de sus habitantes es fundamental, a cuyo derredor se resolverán problemas de abastecimiento, trasporte público y circulación vehicular. Eso trae consigo la peatonalización de plazas y corredores patrimoniales tendentes a mejorar la calidad de vida de vecinos y usuarios. Es necesario introducir mobiliario urbano, modificar la superficie de calles y banquetas, y cuidar el paisaje urbano-arquitectónico. 

En Guatemala hay casos positivos. Sin embargo, en La Antigua Guatemala, símbolo de identidad cultural y categoría de Patrimonio Mundial, la administración pasada desatendió esa calidad y categoría al ampliar y cambiar superficie de algunas banquetas sin planificación alguna. Introdujo elementos de superficie para discapacitados visuales sin considerar ni resolver la presencia de postes de todo tipo, rampas para entrada de vehículos a casas y otros obstáculos. Lejos de cumplir su objetivo, la propuesta no pasó de ser un absurdo e innecesario elemento decorativo que, sorpresivamente, se sigue usando indiscriminadamente.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.