La inseguridad alimenticia y la crisis alimentaria son términos que, según expertos, son comúnmente utilizados para explicar condiciones que, debido a estas, personas o países no logran satisfacer sus necesidades alimenticias básicas. Estos términos se diferencian de la seguridad alimentaria, misma que abarca todo el entorno, desde la producción hasta el consumo, término opuesto a la crisis alimentaria, toda vez que al hablar de seguridad se hace referencia a cuando un país garantiza el acceso y la inocuidad de los alimentos, por lo cual los ciudadanos pueden alimentarse sin ningún problema.

Ante la situación económica causada, en parte, por la pandemia del covid-19, situación agravada en febrero de este año, con el conflicto entre Rusia y Ucrania, que pone en riesgo la seguridad alimentaria mundial, generando inseguridad, causando escasez y provocando incremento de los precios de algunos productos como los cereales, la cebada, el trigo, el maíz y aceites de girasol, canola, así como fertilizantes, poniendo en alto riesgo de abastecimiento, por ser importantes productores de alimentos básicos del mundo, haciendo difícil el acceso de estos productos, amenazando, tanto a los consumidores como a los productores en momentos que el mundo se enfrenta a la recuperación económica. Otros motivos, además del deterioro medioambiental, que pueden incidir en una crisis alimentaria es que parte de los productos agrícolas, como la caña de azúcar, la soya, el trigo, el maíz, el arroz, etc., se están desviando con la finalidad de producir biocarburantes hacia la actividad de energías emergentes, con lo cual se ve disminuida la producción de materia prima para el consumo de alimentos, lo que conlleva a un aumento del costo del producto final para la alimentación de la población.

Actualmente, numerosos países se enfrentan a crecientes niveles de inseguridad alimentaria, que amenazan la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030. Ya antes de que el covid-19 redujera los ingresos e interrumpiera las cadenas de suministro, el hambre crónica y el hambre aguda estaban aumentando por diversos factores, como los conflictos sociales, los peligros naturales, el cambio climático y las plagas.

El impacto de la invasión de Rusia a Ucrania añade riesgos a la seguridad alimentaria global y podría empujar a millones de personas hacia la inseguridad alimentaria aguda. Según el informe sobre las perspectivas de los mercados de productos básicos del Banco Mundial, los precios se mantendrán en niveles históricamente altos hasta fines de 2024, exacerbando la inseguridad alimentaria y la inflación. Los precios de los alimentos ya eran altos antes de la pandemia, y la guerra hace subir aún más los precios de la mayoría de los alimentos y los combustibles.

A nivel mundial, los niveles de hambre siguen siendo alarmantemente altos. El informe señala que cerca de 193 millones de personas están en crisis alimentaria grave, o sea aproximadamente 40 millones más que en 2020 cuando se registró el récord anterior. Los conflictos y la inseguridad se identifican como los principales factores que impulsan el aumento de la inseguridad alimentaria. Existe el derecho alimentario, que regula la industria alimentaria, surgida como defensa contra las adulteraciones y fraudes alimentarios. Su área de acción se extiende desde la producción hasta el consumo de los alimentos. El acceso al alimento debe ser estable y duradero, el alimento debe estar disponible y accesible en todas las circunstancias guerras, catástrofes naturales, etc. Una seria advertencia hizo recientemente el Programa Mundial de Alimentos y la FAO de que la inseguridad alimentaria aguda podría empeorar en 20 países entre junio y septiembre de 2022.