CON OTRA MIRADA
Jugando al ratón y el gato
Las fábulas de La Fontaine son cuentos cortos para niños que contribuyen a desarrollar la imaginación y creatividad. En ellos descubren su moraleja, valiosa lección sobre honestidad y solidaridad.
En el ratón y el gato se cuenta que un búho, una comadreja, un gato y un ratón vivían en distintos lugares de un tronco seco. Aunque eran enemigos naturales y desconfiaban uno del otro, ninguno dejaba su refugio. El dueño del campo un día decidió eliminarlos, colocó trampas y una red en la base del tronco.
El primero en caer fue el gato, que al verse en peligro comenzó a gritar. Al escucharlo, el ratón se alegró, porque de esa manera se libraba de su enemigo, pero el gato le dijo: Si yo muero, quedarás a merced del búho y de la comadreja que quieren, más que yo, que seas su alimento; pero si me ayudas, en gratitud te compensaré, protegiéndote.
El ratoncito liberó al gato y huyeron del lugar. Pasado el tiempo, el gato se dio cuenta de que el ratón aún le temía, así que le dijo: ¿Piensas que he olvidado mi promesa de cuando me salvaste de la trampa? -¡No!, dijo el ratoncito, pero tampoco olvido tu instinto, ni en qué circunstancias hiciste la promesa.
Moraleja: Jamás confiemos en alianzas que hizo el miedo, pues pasando el temor, valen un bledo.
Viene a cuento el cuento de La Fontaine ante la situación política a la que los últimos gobiernos llevaron a Guatemala, que en términos simples la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) sacó a luz pública en abril del 2015. Fue cuando desnudó la grotesca, pero eficiente, corrupción gestada desde los despachos del presidente y vicepresidenta de la República, actitud que el pueblo repudió, contribuyendo a su renuncia; fueron arrestados y quedaron sujeto a juicios.
Semejantes hechos, en plena campaña electoral, trastocaron el panorama. Fue electo el comediante Jimmy Morales, quien enarboló la consigna “Ni corrupto ni ladrón”, que la mayoría del pueblo se tragó.
Hoy, a cuatro meses de concluir su período presidencial y a pesar del escandaloso ejemplo del 2015, la corrupción campeó, llegando a desmantelar el esfuerzo internacional que implicó la Cicig. Creó alianzas con quienes se sintieron amenazados y vieron peligrar la inmunidad que permitió controlar la administración pública, haciendo florecer negocios ilegítimos.
La manera en que la actual gestión pública se desempeña resulta una caricatura de la moraleja de la fábula del ratón y el gato, en cuanto a honestidad y solidaridad. Es una pena y provoca vergüenza ajena que la genialidad de La Fontaine se haya desnaturalizado, haciéndola base de la política de gobierno.
Los ejemplos abundan: actuación irregular del Tribunal Supremo Electoral, permitiendo y rechazando candidaturas de manera caprichosa. Captura a destiempo y en condiciones atípicas de una política a quien no debió permitírsele participar en la reciente campaña electoral. Elección de diputados y alcaldes contratistas del Estado y con tachas; y algo que ha sido una permanente fuente de corrupción a plena luz: el precio de las medicinas.
' La corrupción campeó llegando a desmantelar el esfuerzo internacional que implicó Cicig.
José María Magaña
Sin importar la pobreza del pueblo, las farmacéuticas tienen el control sobre suministros y precios, según lo denunció esta semana un connotado médico, haciendo notar que es la corrupción estatal, en el ámbito de la salud, que obliga al usuario a sobrepagar el valor de las medicinas, a fin de mantener al día los sobornos que permiten su monopolio.
En ese trajín las altas autoridades se enriquecen, en tanto la población más necesitada, como la que no, pagamos el costo de la salud a precios exorbitantes.