SI ME PERMITE

La amabilidad de hoy puede favorecernos mañana

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“La amabilidad es la belleza de la virtud”. Manuel Kant

En los años formativos de nuestra vida, una de las cosas de capital importancia debió ser el entender lo fundamental que es ser amable, no porque se nos pide, sino porque simplemente debe llegar a ser parte nuestra y que con el tiempo nos distinga de la forma de otros.

' La capacidad de ser amables debe ser aprendida y mejor cuando es una parte formativa en la vida.

Samuel Berberián

Es fácil entender que la amabilidad no siempre surge con la naturalidad inmediata que uno quiere, pero si nuestro carácter está correctamente programado, no importa en qué modo nos encontramos o cómo otros nos tratan, nuestra modalidad amable habrá de predominar y será un distintivo por el cual nos conocerán y también nos recordarán cuando no estamos presentes.

Cuando uno simplemente está correspondiendo una amabilidad con la que se le trata, es difícil saber si es parte de uno o es simplemente adecuarse al modo con el que estamos siendo tratados y nos adecuamos al modo del momento.

Pero muy diferente es cuando el trato que estamos recibiendo es hostil y desagradable, pero no por ello nosotros nos alineamos a ese modo, sino que nos determinamos hacer la diferencia para que de algún modo podamos ofrecer una diferencia al resto. Ser como todos los demás no es ningún mérito, pero el mérito se destaca al estar determinados en ser diferentes, no importando cómo se nos trate.

Es sorprendente cómo las acciones amables se graban en la mente de la gente, y en algunos casos cuando no se acuerdan de nuestro nombre, nos identifican por nuestro modo de ser, y qué mejor que sea un elemento positivo y favorable, como es la amabilidad. Esto llega a ser de sumo valor cuando en estos días tenemos más de una razón para estar incómodos e irritados por lo poco favorable de las circunstancias que nos rodean.

Nosotros podemos, de algún modo, no dejarnos llevar por impulsos o circunstancias, sino al contrario, imponernos normas y principios que se enmarcan en la amabilidad, no solo para bien nuestro, sino para que podamos de alguna manera crear un ambiente agradable de una sana convivencia.

Qué bueno fuera que, así como se conoce a los que por su modo de ser crean un ambiente de jovialidad y alegría, podamos ser los que adonde llegamos tenemos la facilidad de crear una atmósfera de amabilidad y cordialidad. Uno nunca sabe cuándo será favorecidos por esa manera de ser, y como consecuencia se nos pueden abrir puertas que aparentemente nunca se hubieran abierto.

Pero, igualmente, existen quienes por su falta de amabilidad encuentran sus relaciones en callejones sin salida, simplemente porque su modo de ser no crea relaciones favorables. Es sorprendente que para lograr cambios en estas posturas es simplemente la disposición de uno la que debe cambiar, y si algún amigo nos ha hecho el comentario de la necesidad de cambiar nuestra manera de ser a una actitud de amabilidad, debemos ser agradecidos por la observación y pedir la ayuda para que el cambio se logre en nosotros.

Nadie se aleja de un círculo de relaciones cuando la tónica es de amabilidad y cordialidad, y fácilmente esos grupos crecen enriqueciendo a cada uno de los que forman parte de ellos. Debemos preguntarnos si nosotros somos de aquellos que cultivan y favorecen la creación de ambientes de amabilidad que traen sanidad en muchos aspectos en la vida de los que las integran.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.