A CONTRALUZ

La amenaza de la extrema derecha

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Cuando el 8 de enero los medios de comunicación comenzaron a difundir las imágenes de cómo hordas de extremistas invadieron y comenzaron a destruir las sedes de los tres poderes de Brasil, la excanciller guatemalteca Sandra Jovel publicó un mensaje en Twitter, el cual dejó al descubierto su pensamiento antidemocrático. La ahora dirigente del partido Valor tuiteó: “Más que activistas bolsonaristas es el mismo pueblo cansado de gobiernos de izquierda”, con lo que dejaba implícito su respaldo a las turbas de la extrema derecha, cuyo objetivo era aplastar la democracia brasileña. No se trató de una manifestación más, encuadrada en el derecho a la crítica y la disidencia. No, los vándalos que ingresaron en los edificios gubernamentales de Brasilia tenían como consigna pedir que las fuerzas armadas retomaran el nefasto expediente de un golpe de Estado que hiciera retroceder décadas a ese país, con su cauda de autoritarismo y represión.

' No olvidamos que el FRG se lanzó a las calles con violencia para imponer una candidatura inconstitucional.

Haroldo Shetemul

Lo que ocurrió en Brasil fue un acto de abierta sedición. Las imágenes transmitidas por los medios mostraban cómo los seguidores del expresidente Jair Bolsonaro quebraban vidrios, rompían muebles, obras de arte y exigían que el Ejército tomara el poder. Esas acciones hicieron recordar que, un año antes, seguidores de Donald Trump irrumpían en el Capitolio, de Washington, para impedir la certificación del triunfo electoral de Joe Biden y clamaban por un inexistente fraude. Hay un paralelismo entre Trump y Bolsonaro porque ambos vendieron la idea de que les habían robado las elecciones. De hecho, parecía repetirse el mismo escenario. El primero pedía que se rescindiera la Constitución estadounidense para anular las elecciones de 2020 y se le reinstalara en el poder. Las hordas brasileñas, azuzadas por Bolsonaro, exigían que los militares pasaran sobre la Constitución para imponer un régimen golpista.

El ataque extremista en Brasil no fue espontáneo. Lo que para Jovel era una manifestación del pueblo, en realidad se trató de un operativo terrorista planificado con mucho tiempo de anticipación. Los seguidores de Bolsonaro habían acampado en Brasilia desde la derrota electoral de su líder, a finales de octubre pasado. Un activista había intentado detonar una bomba en protesta por los resultados electorales favorables a Lula da Silva, mientras que otros habían tratado de atacar la sede de la policía federal. El ministro de Justicia de Brasil, Flavio Dino, dijo que esos campamentos se habían convertido en “incubadoras de terroristas”. Otros grupos se habían instalado en las cercanías de las bases militares para pedir que el Ejército tomara el control del país, como lo hizo en 1964. Tras estas acciones estaba la sombra de Bolsonaro, que durante meses alimentó la crisis con peroratas incendiarias porque ya percibía su derrota electoral.

El ataque a la democracia en Brasil es un hecho que debe preocuparnos porque puede ocurrir en nuestros lares. El mensaje de Jovel a favor de los extremistas brasileños demuestra cómo ese pensamiento antidemocrático no es algo del pasado. Aun están presentes en nuestras mentes las imágenes de los partidarios del Frente Republicano Guatemalteco, del que surge el actual partido Valor, cuando lanzaron a las calles con acciones violentas, el jueves 24 de julio de 2003, para tratar de imponer la candidatura inconstitucional de Efraín Ríos Montt. Miles de riosmonttistas enmascarados blandían machetes, palos y armas de fuego para exigir la inscripción de su candidato presidencial. Ahora, de nuevo, Zury Ríos, hija de Efraín Ríos Montt, busca competir como candidata presidencial, a pesar de que sobre ella pesa una prohibición constitucional. No olvidamos que esa corriente política tiene orígenes antidemocráticos y violentos que siempre ha tratado de imponer una candidatura pasando sobre la Constitución del país.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.