DE MIS NOTAS

La crisis mundial

|

No pocos piensan que la actual crisis por la que atraviesa el mundo es de una naturaleza demente y extraviada. La radicalidad y el odio han ganado las mentes manipulables de las masas que se unen al coro para sentirse alineados a la narrativa, cualquiera que tenga representatividad y alto perfil: la de género, las politiquoides, la antisemita, los pro Hamás e intifada, etc. No importa la narrativa, las masas responden como ovejas conducidas por los laberintos extraviados de los postulados que sus líderes les imponen.

' Sorprende que la guerra mediática la esté perdiendo Israel.

Alfred Kaltschmitt

Durante las últimas semanas, miles de manifestantes llenaron las calles de Alemania y otras ciudades de Europa, donde existe una creciente población musulmana, pidiendo la repulsa de Israel por los ataques contra Hamás, y en subtexto en otras muchas voces la negación al derecho de existencia de Israel.

Sorprende que la tracción mediática de la victimización se haya volcado, de Israel, a la población palestina. Es entendible. Las pérdidas humanas y el sufrimiento del pueblo palestino impactan. Pero sorprende que la guerra mediática la esté perdiendo Israel, y toda la información del ataque inicial terrorista de Hamás y los miles de misiles lanzados a la población civil israelita haya desaparecido del imaginario colectivo.

Si la defensa antiaérea israelita no hubiese detenido a la mayoría, habría sido un genocidio. Aun así, muchos estallaron y mataron a cientos de personas. Tampoco se habla de la incursión y ataque a las poblaciones adyacentes a la frontera. Las barbaridades cometidas por los terroristas de Hamás contra ancianos, mujeres y niños no tienen paralelo alguno con las selectivas incursiones y ataques del ejército de Israel.

Es difícil de explicar, pero fácil de entender: la cobertura mediática es escasa en cuanto a difundir las interioridades de los dirigentes de Hamás. Sus multimillonarias desviaciones de fondos a sus cuentas privadas. Sus extravagantes vidas y lujos. Pocas son las voces y la cobertura noticiosa abordando la irresponsabilidad de utilizar como escudos humanos y carne de cañón a la población civil, invitando casi con sádica impunidad los bombardeos y ataques, para capitalizarlos en la gran plataforma de la difusión mundial. Ahí salen publicados los reportajes de los heridos saliendo de los escombros, cuidando de no mencionar que abajo estaba un cuartel de Hamás con túneles para uso exclusivo de conducción bélica. Todo este apoyo internacional ha envalentonado al movimiento Hamás y otros grupos radicales y explica su negativa a entregar a los rehenes secuestrados, un gesto que ayudaría sustancialmente a bajar las tensiones y a una eventual tregua.

Causa asombro que universidades del Ivy League, es decir, de la crema y nata de la academia estadounidense, no escapen a esta narrativa. Muchos estudiantes y hasta profesores se han unido a protestar con inequívoco sesgo antisemita y pro palestino/Hamás. Ni una palabra para contribuir a un análisis objetivo e imparcial.

La libertad de expresión es un derecho inalienable. Por ende, para instituciones académicas que deberían de regirse por estándares de respeto y principios de valores de convivencia universales, el discurso del odio es inaceptable.

Las semillas de la maldad están dando frutos. Esos adoctrinamientos de niños en las escuelas radicales musulmanas desde hace décadas se trasladan también hacia la educación superior. No hay espacio para el desarrollo del pensamiento crítico.

Es lo que acontece en los Estados Unidos con todo el movimiento “woke”, la “teoría crítica de la raza”, la “teoría de género”, el “feminismo interseccional”, movimientos todos enseñados en aulas universitarias y escuelas, han logrado una representatividad política y mediática de tal magnitud que atemorizan y silencian a la mayoría no activista.

Enfrentamos tiempos desafiantes. Confieso tener sentimientos de pesimismo para enfrentar esta crisis.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.