FUERA DE LA CAJA
La economía de la atención
El período de atención ha variado en el último cuarto de siglo. Mediciones hechas en Canadá confirman que, en el año 2000, el ser humano tenía la capacidad de concentrarse en un evento cualquiera durante 12 segundos sostenidos. Menos de 20 años después son únicamente ocho segundos sostenidos lo que el promedio de las personas logra concentrarse. Así lo explica un artículo firmado por Greg Foot, publicado en la BBC.
La reducción de la atención es derivada no solo de la tecnología, sino de importantes cambios en la nutrición y, especialmente, en la cultura. De acuerdo con estudios realizados en diversas partes del mundo, la crisis de atención colectiva se ha globalizado porque los seres humanos están atentos a sus teléfonos celulares y deben saltar constantemente a diferentes “multitasks”.
Según el libro Stolen Focus: Why you can´t pay attention, de Johan Hari, la sociedad está en un proceso de cambio como resultado de la acelerada actividad para alcanzar la máxima competitividad.
Dado nuestro estilo de vida, el cerebro aumenta su dosis de glucosa oxigenada para cambiar rápidamente su punto de atención, pero esto eleva los niveles de cortisol —la hormona del estrés—, causando agotamiento más allá de lo normal. Por esa razón es que observamos un creciente número de personas que experimentan dificultades para leer: su atención se ha reducido como fruto de este estilo de vida.
La modernidad y nuestro ritmo permanentemente acelerado tiene sus contradicciones y nos lo cobra de diversa manera. Vivimos una realidad en la que el celular, útil acompañante cotidiano, contribuye a lo que los estudiosos identifican como el miedo a perderse algo (“FOMO”- Fear of Missing Out, en inglés), una especie de ansiedad por la actualización constante de temas que nos atraen. Esta moderna afición por estar al día de cada vez más temas se debe, en buena parte, al fácil acceso a los servicios móviles de internet, a los teléfonos inteligentes y a las plataformas donde se comparte todo tipo de información de manera simultánea.
' La competencia por la atención obliga a priorizar los primeros segundos de la comunicación.
Klara Campos
Alrededor de esta fobia convive otro fenómeno sociocultural de nuestro tiempo. Se ha descubierto que simples decisiones, como el colocar un “me gusta” en los sitios donde hay interacción o recibir una respuesta o reconocimiento a lo que comentamos o publicamos libera dopamina, la “hormona de la felicidad”.
En mayores o menores proporciones, esta costumbre de los internautas alimenta la adicción al celular, a las redes sociales y a la percepción de ser una persona bien informada de la actualidad, aun y cuando esta costumbre está minando paulatinamente la capacidad de concentrarnos en tareas que antaño nos parecían fácilmente realizables, como leer, memorizar y analizar.
Guatemala no es ajena a estos cambios. Somos una sociedad en la cual se accede al celular más de 80 veces al día, en promedio. Aunque el internet registra una penetración del 60.4% de la población, hay 10.86 millones de personas con acceso a internet, de las cuales, la gran mayoría cuenta con aplicaciones de redes sociales.
El cuerpo sufre los cambios químicos que provoca el frenesí de la vida de hoy. La tecnología que nos apoya también se asocia al creciente agotamiento que experimentamos. Así que, visto desde el plano fisiológico o mental, cuando se comunique, recuerde que los primeros ocho segundos son claves para lograr la atención de su interlocutor.