ALEPH

La guerra como método

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¿Será esta la guerra final por el petróleo? ¿Terminará siendo esta la madre de todas las guerras sucias, en la que el ganador se quedará con todo y todos los demás seremos nadies? Al capitalismo le sirven las guerras. Al totalitarismo también. Y no digamos a los brutos adalides y sátrapas de tales regímenes, que ganan presidencias, recursos, territorios o millones con ellas. Desde que salió electo supimos que Trump era un peligro para su país y para el mundo, hecho que se ha venido confirmando a lo largo de su gobierno, principalmente en estos días del 2020, con su incitación a la guerra.

' Todas las guerras se levantan sobre mentiras, para concluir que el tema se reduce a cinco letras: poder.

Carolina Escobar Sarti

Las formas de la guerra han venido cambiando en los últimos siglos; de aquella imagen medieval de dos ejércitos enemigos enfrentados en campo abierto se pasó a atacar ciudades y poblaciones civiles durante las guerras de la era moderna y contemporánea, hasta llegar a las nuevas modalidades de guerra posmoderna fragmentada pero simultánea en distintos puntos estratégicos, donde la destrucción patrimonial, animal y humana es total. Es lo que tenemos hoy, cuando sabemos que hay guerra en más de 21 países por el control de los recursos o los gobiernos y que al menos 68.5 millones de personas han debido abandonar sus hogares. Con todo, más allá de las formas que adoptan, las guerras siguen siendo el método por excelencia que usa el poder para hacerse de más poder; la guerra como práctica social sostenida.

Y es que las guerras nunca surgen espontáneamente. El método es que los discursos sociales, académicos, mediáticos y políticos levanten y mantengan esa lógica por la vía de la oralidad, el cine, la publicidad, la televisión y la literatura, por las redes, por medio de la educación y la historia oficial, entre más. Hay una lógica que permite que, cuando estalla una guerra, no nos sea extraña. Y esta lógica pone y quita presidentes, por muy absurda que nos parezca a algunos. Es lo que podría pasar con Trump en el norte. Su reelección está amarrada a tres temas: el migratorio, el económico y el de la guerra.

Se aprende temprano en política que las guerras le suben popularidad a los presidentes que las han perdido. A un Trump que enfrenta una baja en popularidad y un posible impeachment, esto le es muy útil. Además, inevitablemente, tiene una consecuencia inmediata en lo económico: comienza a revertir déficits fiscales y comerciales. Solo desde esa absurda razón puede explicarse la sangrienta inmoralidad de un gobernante que manda a matar al hombre estratégicamente más importante de Irán, para iniciar una guerra. Nadie defiende a un señalado Qassam Soleimani, sino más bien se critica esa lógica de guerra que sigue usando los mismos métodos de las guerras anteriores, para detonar el horror.

Estados Unidos pasará a la historia como una potencia eternamente guerrera. El expresidente Carter dijo en el 2019 que de sus 243 años de vida independiente, Estados Unidos había pasado 222 en guerra. Esta locura utiliza como pretexto las banderas de la libertad y la justicia; otros sistemas totalitarios y también patriarcales usan las banderas de Dios. En nuestro macondiano trópico, las usamos todas, más la de la soberanía. Al final, todas las guerras se levantan sobre mentiras, para concluir que el tema se reduce a cinco letras juntas: poder.

Al lanzar los nueve misiles sobre la base militar estadounidense, Irán posiblemente le hizo un favor a Trump. Mandaron así el mensaje de “estamos en pie de guerra”, pero por ahora somos suaves. Trump estaba bastante solo antes de ese ataque y su decisión de acabar con Soleimani le generó anticuerpos en su país y el mundo, pero cuando se trata de medir el tamaño del poder de cada quien, se vuelven todos muy estúpidos. No cabe duda ya a quién le sirven las guerras, pero ¿qué hacemos ante ello quienes andamos en otra y queremos a este planeta, quienes apostamos por una civilización más empática, más justa, sostenible y avanzada?

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.