SI ME PERMITE

La hermandad es más que un simple parentesco

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“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces: pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. Martin Luther King

La relación que se tiene entre hermanos en una familia es muy determinante en los años formativos cuando somos enseñados a convivir. Por ello los padres son la ayuda para que puedan los hermanos no solo aceptarse, sino también puedan convivir de tal modo que puedan armonizar aun cuando cada uno de ellos, al pasar los años, va formando su propia personalidad en el hogar.

' La hermandad se aprendió a valorar en los años formativos por los que nos criaron para la vida.

Samuel Berberián

Cuando hablamos de la vida en el parentesco es bueno recordar lo que Martín Fierro dice de los hermanos: “Que los hermanos sean unidos porque esta es la ley primera, porque si entre ellos se pelean los devoran los de afuera”, y esto no solo está en las páginas del libro, también se observa a diario en el medio donde cada uno de nosotros vive. El verlo es muy desagradable, pero peor es que uno mismo sea parte de semejante conducta.

Cuán importante es que los padres enseñen a sus hijos, cuando hay algún conflicto entre hermanos, a poder detenerlo cuanto antes y hacer las paces, y pedirse perdón, para que en el mañana, cuando algo surja y vengan los imprevistos, los hermanos sean los primeros en llegar y darle una mano a uno para poder salir adelante.

Es fundamental que los padres eliminen preferencias entre sus hijos y entiendan que cada uno, con sus diferencias, hace no solo que la vida sea variada, sino también mucho más interdependiente, para poderse ayudar unos a otros.

Debemos comprender que, como seres vivientes, con cada paso que damos en la vida y con el que estamos avanzando también nos estamos exponiendo a cambios que no solo debemos saber cómo funcionar con ellos, sino también recordar que debemos hacer ajustes para poder valorar a los miembros de nuestras familias, tomando en cuenta cada uno de los cambios.

Estos no son para señalarnos los unos a los otros, sino para saber que al avanzar añadimos otras relaciones y experiencias que enriquecen la vida. De lo contrario, lamentablemente seremos tan estáticos que siempre seremos los mismos y solo haremos lo mismo, sin ningún cambio.

No debemos olvidar que tenemos perfiles y preferencias que nos dan continuidad en esta vida, y la familia lo sabe, y en particular los hermanos entienden esto. Por ello, cuando uno tiene una necesidad sabe a quién recurrir y el porqué, pero ello nunca se ensaya, sino por el contrario, damos pasos seguros y regresamos con una acertada respuesta porque nos conocemos y nos aceptamos.

Es sorprendente cuando una familia ha sido criada armónicamente y con una constante aceptación. Esto se va transmitiendo al resto de las relaciones, al punto de que algunos pueblos llegan a tener el reconocimiento de pacíficos o conflictivos porque se inició desde un núcleo familiar hasta transmitirse a un pueblo o raza. Es nuestra obligación vivir de tal modo sabiendo que eso lo estamos transmitiendo a los que nos habrán de seguir.

Debemos asumir la responsabilidad en conservar y proteger las buenas costumbres que cada familia tiene, y las que no, hacer el esmero para que cambien, para que no pasen a la próxima generación. Esta es la mejor herencia que podemos dejar a los nuestros, nuestras relaciones armoniosas y pacíficas en una sociedad saturada con todo tipo de conflictos y malentendidos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.