A CONTRALUZ

La migración como alternativa de sobrevivencia

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El desempleo, los bajos salarios y las limitaciones económicas son las que empujan a los guatemaltecos a dejar el país y emprender el viaje en pos del sueño americano, aunque este puede convertirse en pesadilla, por el endurecimiento de la política migratoria estadounidense. Para conocer más a fondo este fenómeno, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llevó a cabo una encuesta con unos dos mil migrantes del Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Honduras) que viven en Nueva York, Los Ángeles y Washington. El estudio fue publicado en diciembre del 2019, aunque el trabajo de campo fue hecho entre el 22 de junio y el 19 de septiembre del 2018. Señala que el éxodo de estos tres países ha sobrepasado al de México, que antes era el principal exportador de mano de obra hacia EE. UU. Desde 1980, el número de desplazados del Triángulo Norte ha pasado de 200 mil a más de tres millones; la mayoría en calidad de indocumentados.

' Según el BID, para detener la migración se necesita la generación de empleos de calidad y mayor inversión.

Haroldo Shetemul

El estudio refiere que entre el 16% y el 36% del bono demográfico de los tres países se ha ido al extranjero. Se define como bono demográfico a un período de 35 años en el que la población joven y productiva de Guatemala (de 15 a 34 años) es el segmento más amplio de habitantes y en el que reside la oportunidad de un desarrollo acelerado. Sin embargo, si la matriz económica-productiva no es capaz de brindar empleo, mejores salarios y oportunidades de superación, la única alternativa es abandonar el país, y eso implica el cierre de la oportunidad de aprovechar esa mano de obra para un mayor crecimiento económico. Ese es el drama que generan políticas obtusas como la del presidente Jimmy Morales, que hizo un incremento miserable de apenas Q2.72 diarios al salario mínimo de actividades no agrícolas, mientras en el área rural no incrementó un solo centavo.

La encuesta señala que casi el 90% de los migrantes guatemaltecos entrevistados reportó razones económicas como la principal motivación para abandonar el país. El 43% mencionó el desempleo; el 22%, la falta de trabajo suficiente para cubrir las necesidades básicas; y el 15%, los bajos salarios. Un dato importante es que el 64% de los migrantes guatemaltecos trabajaba antes de irse a EE. UU., lo cual indica la falta de satisfacción con las condiciones de empleo. Los tres países tienen unas de las tasas de pobreza más altas de América Latina: 53% de hondureños; 49% de guatemaltecos y 29% de salvadoreños viven con menos de US$5.5 por día (Q42.35). Frente a esa falta de futuro, miles de personas quieren huir y contratan a coyotes que cobran entre US$4 mil y US$8 mil (entre Q31 mil y Q62 mil) que proceden de ayuda de familiares, préstamos, ahorros o venta de propiedades.

Las economías de los tres países del Triángulo Norte reciben fuertes inyecciones de remesas, que en el 2018 superaron los US$19 mil millones, lo que representó más de una quinta parte de los ingresos por ese concepto en América Latina. En relación al PIB, para El Salvador significó el 20.7%, para Honduras el 20.1% y para Guatemala el 12.1% Los guatemaltecos son los más ahorradores, ya que el 70% envía dinero a sus familiares, frente a la mitad de hondureños y salvadoreños. Pero los migrantes no solo mandan dinero, sino también pagan impuestos en EE. UU., que en el 2014 ascendieron a US$11,700 millones. La encuesta señala que el 77% de salvadoreños, el 64% de hondureños y el 49% de guatemaltecos pagaron impuestos en EE. UU. Según el BID, la única manera de detener el flujo migratorio es con la generación de empleos de calidad, así como una mayor inversión pública y privada. A eso se agrega un proceso de fortalecimiento institucional y el combate efectivo de la violencia, lo cual permitiría dinamizar el sector productivo local y expandir las oportunidades económicas, reduciendo los incentivos para migrar.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.