SI ME PERMITE

La niñez, terreno fértil que se debería supervisar

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“Una infancia venturosa es uno de los mejores regalos que los padres pueden hacer a sus hijos”. M. Cholmondeley

La etapa cronológica de la niñez que cada niño vive, en cuanto a tiempo, es un período breve en comparación con el resto de la vida, pero también es un período muy exigente y de mucho cuidado, dándole mucho valor a la inversión de tiempo que este conlleva, pues, aunque cada niño lo vive en su espacio, este habrá de hacer la diferencia en el tipo de vida que se habrá de vivir.

' Los daños y beneficios vividos en el tiempo de la niñez siguen acompañándolos por toda la vida.

Samuel Berberián

Cuando hablamos de lo formativo en el niño, tiene que ver con los hábitos y costumbres que se van adquiriendo para que la vida sea productiva y gratificante hasta el último día que Dios le conceda vivir.

Cuántos de nosotros podemos hacer una retrospección, recordar la época de la niñez y una sonrisa de gratificación se nos pinta porque nuestros mayores tomaron el tiempo y el cuidado para que no solo fuera gratificante y divertida, sino que el aprendizaje que pudimos asimilar lo podemos usar para pasar el legado a una nueva generación. También posiblemente están aquellos que cuando recuerdan su niñez, recuerdan una nebulosa de tiempos tristes y talvez desagradables porque no tuvieron el cuidado y atención de las necesidades básicas que todo niño necesita para que lo formativo sea el fundamento sobre el cual se edificara el resto de la vida.

Cuántos adultos de nuestros días (claro, no todos, pero una buena cantidad), si pudieran, quisieran regresar y reconstruir su niñez para quitar traumas de los que no se han podido deshacer. Como eso no es posible, se debe reestructurar la vida, y si hace falta tener la ayuda necesaria para que no nos afecte, sino que nos permita trazar un nuevo horizonte.

Sin lugar a duda, es responsabilidad de cada adulto que hoy está acompañando a un niño estar con la apertura y disponibilidad de ser un agente propositivo para que los niños que están en su derredor visualicen un porvenir lleno de retos y desafíos que habrán de hacer realidad todos los sueños que lleva en su corazón.

Debería ser la meta de cada generación, crear los medios y las alternativas para que cada nueva generación de niñez no simplemente tenga cubierta sus necesidades básicas, sino mucho más para que nuestro mundo en lugar de ir en decadencia pueda revertir el proceso y podamos ofrecer otras alternativas.

Es tan fácil gratificar a un niño con un dulce o con un momento de distracción por un momento, que no es que sea algo malo, sino que no debe ser lo único. Además de ello debemos crear puentes para que ellos, con mayor facilidad que nosotros, los puedan cruzar y así alcanzar metas que posiblemente nosotros nunca soñamos. Esto implica que se le debe permitir a cada niño soñar , y no ser de los que, con una mirada de adulto o una frase muy lógicamente elaborada, les desbaratemos las fantasías infantiles que tienen.

Deberíamos hacer los ensayos mentales necesarios para poder tener la habilidad de pintarles panoramas, sin negar la realidad de nuestros tiempos y las limitaciones que a todos nos tocan vivir, de los cuales ellos no son ajenos, que posiblemente para ellos, en su sencillez infantil, puedan representar alternativas que nosotros no conocemos. En este universo que estamos no todo se ha dicho y no todo se ha inventado, nuestros niños pueden ser los que tengan algo nuevo que aportar.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.