META HUMANOS

La paradoja de amar la naturaleza, pero destruirla

No conozco a nadie que no disfrute de estar en el campo o la playa, tomándose fotos en sitios turísticos o paisajes imponentes de Guatemala. ¿Por qué, entonces, seguimos destruyendo el entorno en el que como seres humanos nos sentimos en nuestro estado más óptimo?

La relación entre nosotros y la naturaleza es consecuencia del modelo de desarrollo de nuestra sociedad. Guatemala, con un severo deterioro social y natural, se ha vuelto una sociedad que trata a sus recursos naturales desde una lógica del “yo hoy, en vez del para todos hoy y mañana”.

Las áreas urbanas alrededor de todo el país han crecido en las últimas décadas sin planificación estratégica ni ordenamiento urbano/territorial, sin alternativas de transporte sostenibles y eficientes, sin gestión efectiva de desechos ni sistemas de parques que permitan al guatemalteco tener una vida digna. Todo este “crecimiento” ha sido a costa de acabar con kilómetros de paisaje nativo, con un sistema extractivo de agua, lo que nos lleva a tener un estrés hídrico en la ciudad de Guatemala, donde los pozos avanzan a pasos agigantados y la escasez está a la vuelta de la esquina. En un país lleno de ríos, lagos, lluvia, tener escasez del vital líquido solo nos habla de nuestro mal manejo y falta de planificación.

Cuando observo una ciudad o un pueblo me gusta imaginar cómo era su paisaje original. ¿Cuántos árboles han de haber talado para construir lo que hoy es la ciudad de Guatemala? ¿Somos conscientes de que en el Valle de la Ermita varios cuerpos de agua se secaron por el asentamiento de la ciudad capital? La escasez de agua ya no es un problema futuro, sino actual.

' Es momento de proteger nuestra tierra, pues con los recursos naturales no se juega y con el país tampoco.

Teva Peña

El paisaje está cambiando a una velocidad tenaz, sin planes de sostenibilidad, porque no estamos pensando en las consecuencias a futuro. ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Quién autoriza legalmente seguir destruyendo el ambiente y perdiendo el balance que nos permite vivir?

Tenemos un ministerio que lo hace: el MARN. Pareciera que quien en teoría debe velar por la protección de nuestro ambiente tiene como mayor prioridad el preservar sus ganancias económicas personales en el corto plazo a costa de nuestro patrimonio natural, y por si esto fuera poco, ahora quiere, a través de la iniciativa de ley 6054, acaparar y centralizar a todas las demás entidades que de una u otra manera buscan proteger el patrimonio natural que tenemos. Esta es parte de un paquete de leyes que legalizan el saqueo de nuestra riqueza y la de nuestros descendientes.

En Guatemala hemos llegado a ver la naturaleza como un lujo, cuando podría ser lo que más prevaleciera, si tuviésemos más respeto y responsabilidad en la forma como nos relacionamos con ella. Somos uno de los 20 países más megabiodiversos en el mundo y no nos hemos dado cuenta de que esa diversidad es nuestra mayor riqueza, una riqueza que nos puede dar vida en abundancia si, y solo si, la protegemos y la ponemos en valor.

Sin embargo, el paquete de leyes 6054, 6055, 6021 y 5923 amenaza con poner en peligro nuestro patrimonio natural y cultural. No podemos quedarnos sentados esperando a que alguien más actúe o alce la voz. Si entendemos que la biodiversidad también nos incluye a nosotros, comprenderemos que destruir el ambiente es destruirnos a nosotros mismos y que protegerlo es una responsabilidad que compartimos todos. Tenemos propiedad privada, pero recursos naturales compartidos. El agua, el aire y la biodiversidad nos pertenecen a todos, aun a los que no han nacido.

No solo debemos oponernos a una legislación que intenta beneficiar únicamente a un pequeño grupo en el corto plazo, sino también exigir transparencia y el verdadero fortalecimiento de las instituciones a través de una restructuración del sistema. Uno que sea respetuoso, con visión de largo plazo, que proteja, mitigue, regenere y legisle la utilización racional de nuestros recursos, adaptándose a las distintas regiones, climas y culturas que formamos un país tan diverso como Guatemala.

Es momento de proteger nuestra tierra, pues con los recursos naturales no se juega y con el país tampoco.

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