CON NOMBRE PROPIO
La responsabilidad
No se puede hablar de libertad sin hablar de responsabilidad. Un país donde se ejerce la libertad y no hay o no existen consecuencias, la responsabilidad es una ilusión y se vive en impunidad.
En Guatemala sí vivimos una cultura de impunidad, y esto hay que aceptarlo. En todos los ámbitos, en todos los estratos sociales y desde todas las perspectivas se escuchan y sienten argumentaciones en torno a mantener el clima de impunidad que tenemos. Absurdos como que “los derechos humanos son para los delincuentes” los presenciamos con amplitud en las redes sociales, y por eso temas como la pena de muerte, por decir alguno, se tocan cada cierto tiempo y los debates se llevan como si en 35 años de vigencia constitucional nada hubiere sucedido. Si mañana salimos a preguntar si existe población para apoyar los vergonzosos tribunales de fuero especial de la dictadura de Ríos Montt, sin duda alguna existiría simpatía para defender la barbarie.
' En Guatemala sí vivimos una cultura de impunidad, y esto hay que aceptarlo.
Alejandro Balsells Conde
Vivir en un país donde la responsabilidad es optativa genera justo el nivel de exigencia ciudadana que tenemos, y me explico con un claro ejemplo: Mario Estrada, el dueño de la UCN, está preso en Estados Unidos por narco, y además es confeso. Se sabe a la vez que Mario Estrada planeaba asesinatos políticos con grupos de narcotraficantes. Thelma Aldana, Fiscal General, y Oscar Schaad, fiscal electoral, fueron objetivos. También Juan Francisco Sandoval, quien dirige la Feci, estaba en la mira. A la fecha, el Estado de Guatemala no ha movido un dedo sobre los detalles de esta conspiración, pero lo que es peor, si bien la responsabilidad penal es personalísima, que la UCN no tenga ninguna responsabilidad política y social es una tragedia.
Nadie puede pedir que los diputados y alcaldes de UCN enfrenten procesos penales por su líder, pero sí debería existir un reclamo, sobre todo del magisterio, la academia y el sector empresarial para que UCN no conforme una alianza parlamentaria de gobierno y no debería estar inmersa en el proceso de elección de magistrados. Su ilegitimidad es notoria. ¿Ha habido rechazo a la UCN por el sindicato de maestros, colegios profesionales o el Cacif? No.
Los temas de legitimidad política, ética, moralidad y simple sentido común no pueden estar siempre legislados, y de allí discrepo con parte de las letras del colega y amigo Pedro Trujillo en este mismo espacio, ayer martes. Derecho no es sinónimo de ley, pero si el derecho no tiene exigencia social vemos casos como el de la UCN, que formalmente es la tercera bancada más nutrida en el Congreso bajo la sombrilla de que, como sus miembros no conspiraron, no tienen nada que ver con lo que hizo el dueño del partido.
La legitimidad, más que descripciones y conceptos se siente, se vive. Si una sociedad no tiene vínculo con su sistema jurídico, la ley deja de ser el cemento social para convertirse en normas optativas de convivencia. Si el incentivo es el crimen, como vemos con la UCN, no saldremos de este atolladero.
Otro ejemplo básico de divorcio respecto de la libertad y responsabilidad lo encontramos entre nosotros los abogados. El hecho de que 20 mil abogados, trabajen, vivan de la profesión, pero no participen en los procesos institucionales de elección de magistraturas, y además no muestren preocupación por el grado de declive del Colegio de Abogados y del gremio en general, evidencia que se vive formalmente la ley, pero no el derecho, y esta responsabilidad sí es personal.
Menciono dos ejemplos, pero existen miles: mientras en nuestro país queramos hablar del Derecho y de la ley solo de la banqueta de enfrente para afuera y no haya un autoexamen, seguiremos teniendo la brecha entre responsabilidad y libertad.