SI ME PERMITE

La revolución es para finalizar el estancamiento

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“El único medio de conjurar los peligros de una revolución es hacer justicia”. Proudhon

La historia, por su naturaleza, conserva la información necesaria para que podamos estudiar y analizar las causas que llevaron a los pueblos a tener que escoger y acuerpar el camino de la revolución, considerando que no les quedaba otra alternativa. Si los que están en autoridad perciben la necesidad de hacer cambios que habrán de favorecer al pueblo, las revoluciones nunca tendrían lugar.

' Se termina escogiendo una revolución para poder finalizar con un estancamiento que nos paraliza.

Samuel Berberián

Pero a pesar de que conocemos la historia, la analizamos y también la interpretamos, tenemos que admitir la triste verdad: la repetimos en más de una oportunidad. Sin lugar a duda, en los casos donde por alguna razón se incluye el estudio de la historia, en particular la historia que es parte de nuestro pasado, se habrá de tomar el tiempo de ver qué es lo que motivó a los protagonistas de las revoluciones a tomar esa iniciativa para que se pueda sacar provecho en bien de la sociedad.

Lo primero que nos enseña la historia es que toda revolución tenía un ideal que se estaba persiguiendo, pero no siempre se vivió de la misma forma. No por ello es que haya tenido o no razón de ser y menos que se haya conseguido el provecho que se estaba buscando; lo que sí, es que se pagó un precio para ello. Para algunos fue la vida sacrificada, para otros daños que llevaron años reconstruir lo que se perdió en el proceso. Lo ideal sería poder celebrar cuando un cambio favorable para todos y no simplemente el precio que se pagó para lograrlo.

La vida es una constante revolución y debemos de aprender a buscar el cambio, y saber asimilarlo, para que cada etapa tenga la frescura gratificante porque se está avanzando. Todos somos favorecidos al no tener lápidas de los que perdieron la vida porque esta fue la única manera de lograr el cambio que se buscaba.

Históricamente, podemos afirmar que todas las revoluciones han iniciado con una manifiesta disconformidad, la cual se ignoró, se le hizo oído sordo por las autoridades del momento que cuando se quiso reprimir lograron justificar el movimiento revolucionario. Y si el pasado de nuestra historia nos pudiera informar y también instruir, nuestro futuro debería tener otro panorama, pero lamentablemente no parece que esto pueda llegar a ser realidad.

Cuando hablamos de revolución, debemos de iniciar haciendo conciencia de que el terreno donde se debe manifestar esté en movimiento, es decir, en la vida individual de uno; por ello, cada uno de nosotros se debe preparar a revolucionarse de tal modo que la convivencia llegue a ser lo más gratificante de la realidad social. Claro, la próxima etapa deberá ser en el círculo en el cual convivimos como familia, amigos o lugar de trabajo, para que de esa manera llegue a ser la modalidad que habrá de impregnar toda la nación.

Pero podemos decir sin atropellar a nadie que cada uno está ocupado en su propio interés y para conservarlo se hace todo lo posible en conservarlo. Por ello el cambio termina siendo una amenaza. Deberíamos, como personas educadas y civilizadas, aprender a avanzar como un gran conjunto social sin tener que pelear nuestros derechos e intereses. Posiblemente que pensar de este modo es un idealismo, pero debemos cooperar para vivir armónicamente, evolucionando sin tener que enfrentar revoluciones.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.