si me permite

La sana notoriedad viene cumpliendo el deber

Los que llaman la atención no necesariamente se podrían considerar personas notorias.

“No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”. Bob Marley

No se puede confundir el hecho de que alguien llame la atención por el comportamiento o la actitud que posiblemente sea impropia, la cual puede ser diferente según el medio o la cultura en que se encuentre. Eso es un tema aparte, pero hoy queremos tratar el tema del cumplimiento del deber, que de alguna manera habrá de marcar a la persona, ya sea para referirla o para evitarla, por la evidencia de cómo cumplió con lo que se esperaba de ella.

Cada medio y cultura juzgará diferente la notoriedad que se alcanza en el medio que vivimos.

Mucha gente busca que se le reconozca simplemente por lo que es, y la verdad  solo quiere  llamar la atención, lo cual muchas veces no le  favorece para nada, sino, por el contrario, se ganan el distanciamiento para no tener que repetir situaciones incómodas o desagradables.

Por ello, cuanto antes aprendamos a cómo comportarnos y relacionarnos estando conscientes de dónde estamos y con quiénes estamos, empezaremos a ampliar el círculo de aquellos que nos van tomando en cuenta, y esto, seguramente, será de beneficio para todos. Así es como las sociedades van desarrollándose con una dependencia y pertenencia.

Cuando asumimos una responsabilidad, prestamos atención cuando se nos están dando instrucciones. Si algún detalle no se ve claro, pedimos que se nos aclare, para que podamos cumplir aquello que se nos está asignando, porque si el proceso de escuchar, entender y aplicar se lleva correctamente, habrá un logro. Mucho de lo que hoy nos están confiando es porque hay algún elemento en el pasado que sirvió como referencia para que pensaran en nosotros y nos llamaron para asignarnos la tarea. Entonces no solo es sacar la tarea, sino tener presente que lo que estoy haciendo hoy determinará si me buscan mañana.

La vida es tan generosa que siempre nos da la oportunidad de aprender de nuestros propios errores e ir superando aquellas cosas que hemos hecho, las cuales no tuvieron la excelencia necesaria, sino simplemente cumplimos el deber.

El cumplir el deber, en primera instancia, es la responsabilidad de acabar con lo que hemos iniciado. Pero, además, tiene que ver en la habilidad de poder responder cuando se nos llama y se nos solicita que atendamos algo de nuestra autoría. Si yo lo escribí, sin lugar a duda  puedo mejorarlo y hacerlo más apropiado si se me requiere, al igual que, si algo fue instalado por mi persona, y es necesaria alguna modificación o ampliación, la persona más apropiada sería yo para hacerlo, porque   sé el cómo y por qué lo hice.

En nuestros días, hay quienes no se dan abasto  para hacer trabajos porque su misma manera de hacer las cosas termina  siendo su carta de presentación.

Pero en la misma manera, en el caso contrario, están aquellos que están faltos de trabajo porque los últimos trabajos que han hecho han dejado mucho que desear. Por ello ni son recomendados por los contratados y mucho menos por la presentación del trabajo hecho.

Es tarea individual de cada uno en lo que se refiere al cumplimiento del deber, por ello debemos hacer de tal modo las cosas que se esté cumpliendo con lo que se nos ha pedido.

Es el constante aprendizaje, el esmero de cumplir y seguramente todos nuestros trabajos los que manifestarán el buen desempeño en donde estemos. 

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.