SI ME PERMITE

La Semana Santa debe planificarse con cuidado

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“El cristiano que ama la cruz encuentra que aún las cosas más amargas que vienen a su vida son dulces”. Madame Guyon

Cuando estamos pensando en la Semana Santa nunca podemos generalizar y pensar que tenemos prácticas y costumbres como todos los demás. Si bien puede haber costumbres que son similares, cada familia tiene una particularidad de cómo la celebra o se ocupa en esos días. Sin lugar a duda podemos repetir como nuestros mayores planificaban la semana, pero cuando formamos nuestro hogar, la persona con la que nos unimos viene con prácticas diferentes a las nuestras, y por ello hacemos ajustes que funcionan para nosotros.

' Las semanas santas que son bien programadas dejarán recuerdos que se conservarán toda la vida.

Samuel Berberián

Sin lugar a duda están desde los extremos de aquellos que por devoción u observancia se ocupan de un modo muy particular, a los que por otra parte la semana simplemente les da la oportunidad para un descanso y determinan cómo ocuparán esos días para hacerlos lo más productivos o gratificantes posible.

Pero en todas sus diversidades de la observancia se debe tener el cuidado de planificar, para no estar a última hora haciendo algo que posiblemente no sea lo más apropiado por lo que somos o por los que comparten la vida con nosotros. En esto, el diálogo anticipado para ver alternativas y conveniencias son las que al final habrán de dejar un sabor placentero de lo que se pudo hacer y el modo que ocupamos los días.

Es sorprendente cómo muchos adultos en sus recuerdos comparten con los más jóvenes lo que una Semana Santa ellos pudieron hacer, lo que nunca habrán de olvidar o bien por otro lado recuerdan con dolor o lamento lo que vivieron que no quisieran que nadie lo tenga que vivir.

Este tipo de recuerdos nos tiene que hacer lo suficientemente responsables para que con tiempo planifiquemos la Semana Santa próxima, para que sea de lo mejor. Claro está que uno debe estar muy consciente de que pueden surgir imprevistos de último momento que nos habrán de obligar a los cambios, pero es fácil ser comprensivos en estos casos.

Lo más sabio y prudente para los que somos mayores es tener en consideración el cómo se pudiera planificar esta Semana Santa y, por si fuera la última que estaríamos con los nuestros, qué recuerdos queremos dejar, porque la vida de un año a otro nos lleva a cambios que no podemos asegurar de hacer algo para el próximo año, porque esto no se puede. Se puede pensar y tener en mente, pero no se puede convivir con una mentalidad semejante.

Si tenemos planes por devoción o por reunión con los nuestros, que sean de alguna manera para que los que nos observan puedan ser inspirados para lo mejor y no simplemente para gratificar la curiosidad que tienen de qué hacen los demás. Sea en la actividad como familia, o si estará participando en las actividades religiosas, que seamos un ejemplo para que los que nos ven puedan aprender y asimilar una práctica piadosa.

En la práctica también debemos aclarar que si se practica lo que se hace puede ser algo de tradición individual o familiar, pero eso no tiene en ningún momento que caer en rutina, para que no sea una mera repetición, sino que lo que se hace tenga propósito y una razón, que si bien no podamos explicarla con argumentos de razonamiento, que la práctica sea lo más gratificante y edificante, para que podamos mejorar las relaciones con los nuestros y también con la fe que nosotros confesamos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.