Tras realizar un recuento del año, podemos afirmar que las luces y sombras que nos acompañaron nos dejan lecciones importantes. De entre las muchas posibles configuraciones de dichas lecciones, me permitiré presentar tres, que desde puntos de vista bastante heterogéneos, comparten la intención de un país mejor.

Aprender a recordar

Nuestra relación con el pasado puede representar una oportunidad u obstáculo para el pleno desarrollo de nuestros potenciales y genuinas oportunidades en el presente.

Por un lado, “olvidar” nuestras historias y la Historia, representa un peligro latente para el desarrollo de una sociedad próspera, pues se traduce en acciones difusas y poco asertivas de atención a los fenómenos y condiciones. Por otro lado, pensar en el pasado desde simplificaciones narrativas que nos permitan armonizar nuestras creencias, posturas y acciones desde la contemporaneidad, puede en muchos casos minimizar responsabilidades (propias y ajenas) sobre el presente.

De esta manera, aprender a “recordar” desde la tolerancia crítica significa enfrentar y afrontar con madurez nuestra responsabilidad, pero más importante aún, representa la posibilidad de aprender de nuestros errores individuales y sociales, para poder armonizar nuestra identidad, relaciones y posibilidades.

Cambios graduales

El término anglosajón soft transitions, se refiere a la conciliación de la percepción de “urgencia”, con el reconocimiento de la necesidad y/o naturaleza establecida de un acontecimiento, institución, organización, colectivo o individuo. De esta forma, la evidencia sugiere que los cambios radicales representan una amenaza a la conciliación, adaptabilidad y por lo tanto al éxito de cualquier tipo de reforma o transición.

Si bien es cierto que cualquiera se puede ver seducido por la promesa de un giro de 360 grados, también es cierto que esta seducción resulta poco asertiva al momento de proponer, promover y ejecutar, propuestas sostenidas con una intención de largo plazo.

En el caso del Estado, es importante reconocer que queda en evidencia la profunda aspiración patrimonial de muchos actores políticos, sociales y económicos del país. En otras palabras, podemos afirmar que resultan obvias las pretensiones de saqueo del erario nacional por parte de distintos actores, que de forma espuria promueven agendas perversas que obedecen a intereses particulares.

Sin embargo, es importante recordar que en el deber también descansa la responsabilidad de las formas. Es decir, que el éxito la modernización de nuestras instituciones y desmantelamiento de las estructuras de corrupción, depende en gran medida de la legitimidad y legalidad de los procesos de transformación, que apegados a la norma y en el pleno respeto al estado de Derecho, se garantice el ejercicio de la libertad el bien común y los derechos individuales.

Ciudadanos

Mientras un mejor futuro sea posible, los guatemaltecos tendremos la oportunidad de construir desde el seno de nuestras más profundas intenciones, una visión conjunta que desde la pluralidad recoja las dimensiones apropiadas a un proyecto de país.

Es imperante entonces superar la arrogancia de los discursos que nos enfrentan como sociedad y en su lugar promover de un diálogo honesto y pacífico, que con madurez nos permita reconocer nuestras intenciones, visiones, etiquetas ideológicas, académicas y visiones de país, con el fin de construir una visión de largo plazo plural y propositiva.

Como ciudadanos nuestra lealtad está con la república, con la democracia, pues entendemos que la calidad de nuestro futuro descansa sobre nuestra propia responsabilidad.