META HUMANOS

Llaves para ser papá en el siglo XXI

Hoy que estamos cerca de la celebración del Día del Padre, es un buen momento para reflexionar sobre nuestro rol como papás en el siglo XXI. Una época de tecnología, productividad y avances, pero también de prisa, polarización ideológica y aparente caos global.

' Otra llave para liberarnos del piloto automático es reconectar con nuestra propia voz.

Alex Arenales

Como nunca antes, los medios de comunicación y las redes sociales están presentes en la vida de todos. Hay una competencia sin tregua, que va desde caricaturas, series, hasta un sinfín de “tendencias” por ganar la atención de nuestros hijos.

Como padres, estamos preocupados por todo lo externo que les puede llegar y no queremos que se “metan con ellos”.  Sin embargo, pocas veces hacemos un alto para reflexionar ¿a qué se debe que nuestros hijos se “dejan permear”?, ¿por qué necesitan inspirarse en otros y no en ellos mismos?,  ¿qué los hace buscar pertenecer a algo que es ajeno a ellos, en vez del espacio más cercano e íntimo como la familia?   Si bien la edad juega un papel importante en el deseo de pertenecer a un grupo, ese deseo de ser visto y escuchado por otros no solo se debe a la edad.

En ese ruido externo que sentimos amenazante, hay una oportunidad de reflexionar sobre la relación que tenemos con nuestros hijos.  La calidad de esta relación y del tiempo que compartimos con ellos. Ese “ruido “nos está invitando” a ir hacia adentro de nosotros mismos y replantearnos nuestra función como padres.

Si nos preocupa lo que nuestros hijos puedan aprender por influencia de medios externos, quizás deberíamos más bien ocuparnos de ofrecerles el espacio donde puedan ser ellos mismos, para escuchar su propia voz, su propia inspiración.

Una llave para la paternidad del siglo XXI es aprender a ser influencers de nuestros hijos. No para decirles qué hacer o cómo hacerlo, sino más bien para modelar una vida coherente. Para que puedan vernos actuar inspirados por nosotros mismos. Sin divorcio entre lo que decimos y lo que hacemos.  Pues solo así, ellos entenderán que “ser ellos mismos” es posible, es sano y es seguro.

Ahora la pregunta es, ¿cómo podemos ser esa inspiración y ese lugar seguro para nuestros hijos, cuando nosotros no nos sentimos inspirados?  Si día a día vivimos en modo automático de supervivencia.  Cuando en ese ambiente y en ese estado de ánimo lo único que queremos es que alguien más se haga cargo de nuestros hijos —la televisión, el colegio, los empleados, las redes—.  Si ante esa inercia no podemos hacernos cargo ni de nosotros mismos y necesitamos distractores para poder aguantar un rato más nuestra rutina.

Otra llave para liberarnos del piloto automático es reconectar con nuestra propia voz. Dejar de ser rígidos y soltar viejos patrones, para abrirnos y abrazar nuestra esencia.  Aprender a ser congruentes, alineando lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.

La llave para alinearnos inicia por promover nuestro BIEN-ESTAR, que no es sinónimo de comodidad, sino de SER.  Reconocer y reconectar con lo que, en el fondo de nuestro corazón, sabemos que venimos a SER y a HACER en este mundo. Al vivir en bien-estar y coherencia vamos a poder ser ese espacio e inspiración para que nuestros hijos también aprendan a vivir así.

A partir de allí, el ruido que rodea a nuestros hijos dejará de causarnos temor y aquello que suena diferente dejará de sentirse una amenaza. Porque la relación con nuestros hijos estará basada en empatía, gratitud y respeto. Porque les habremos dado lo mejor que tenemos, que es nuestro ser y nuestro bien-estar mutuo. Del bienestar y la salud —claves para nuestro desarrollo pleno—, estaremos conversando en la quinta cumbre de Nueva Narrativa.

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