DE MIS NOTAS

¿Lléneme el tanque o cárgueme la batería?

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El mundo como lo conocemos está cambiando de piel como si fuese una culebra en muda estacional. Es un cambio aún más rápido de lo que se preveía, empujado por la dinámica de la inercia de una pandemia que “trastorna y transforma hábitos culturales, provocando demandas de bienes y servicios que, a su vez, generan respuestas en forma de innovaciones de toda clase.

Los niños no van a la escuela… El aprendizaje universitario se ha transformado en modelos híbridos multidimensionales, con aulas virtuales, maestros y profesores de pantalla, y estudiantes hasta con la libertad de sustraerse por completo para jugar un video juego en XBOX. Es una realidad nueva que asombra, inquieta y sorprende.

Algunas olas de innovaciones disruptivas aún están mar adentro, emergiendo de los mercados de mayor poder adquisitivo, pero no tardan en romper en nuestras playas. Tomemos como ejemplo a Tesla, “una empresa de tecnología, dispuesta a revolucionar no solo la fabricación de automóviles eléctricos, sino también el transporte de vehículos autónomos, la energía (gracias a su tecnología de baterías y energía solar), la robótica, la atención médica, viajes al espacio; posicionamiento de cientos de satélites para vender internet sin restricciones para plataformas y usuarios (si los dejan) y hasta con planes de instaurar ciudadanías outshores espaciales.

' Grandes olas de cambios disruptivos se acercan y nosotros dando vueltas politiqueras mientras se acerca el tsunami.

Alfred Kaltschmitt

El mercado de los vehículos eléctricos para los “grandes” del mundo de los hidrocarburos es una pesadilla ya soñada, que más que un mal presagio para su existencia es una evolución tecnológica forzada por la lógica de la demanda de los usuarios. Todos hemos soñado con un trafico silencioso sin humos, con combustibles y energía más económicos.
Tesla lo hizo primero, creando un mercado “aspiracional”, “vendiendo sus modelos más caros, de cien mil dólares para arriba, a un nicho de ricos. Luego comenzó a producir los modelos más económicos en enormes plantas con producción de tecnologías robóticas de punta. De las últimas, una está en China y la otra próximamente en Alemania.

Ya Tesla se ha comido la quinta parte del mercado de los vehículos eléctricos (EV), el cual representa el 3% del mercado mundial. Los analistas predicen que, para el 2030, tres de cada 10 vehículos será eléctrico, y con un crecimiento exponencial que colocará a Elon Musk, fundador de Tesla, con el control del 30 por ciento del mercado de EVS.

Pero la tendencia ha generado una respuesta agresiva de los fabricantes gigantes. Según Bloomberg y Schmidt Automotive Research, General Motors tendrá hasta 30 modelos para el 2025, esto sin tomar en cuenta que los otros grandes como Nissan, Mitsubishi , Hyundai-Kia y Renault vendieron más Evs en Europa este año, que el mismo Tesla.

Todo esto nos señala que se desataron las fuerzas dinámicas de la competencia ante la certeza de un futuro tecnológico. ¿Qué tan libre será esta competencia? Dependerá de las limitaciones que le impongan a China, una potencia mundial con indiscutibles ventajas geopolíticas, con un sistema de gobierno de corte vertical autoritario que no depende —como el resto de sus principales competidores— de las variables de gobiernos “democráticos” imprevisibles, inestables y vulnerables.

Estos años marcarán un hito en la historia de la humanidad. La pandemia nos dio importantes lecciones y abrió campos inéditos de impensadas posibilidades. Los cambios geopolíticos a nivel mundial aún no terminan y se acerca un tsunami.
Y nosotros acá, exportando mano de obra a cambio de remesas. Falta mucho para que digamos: “Cárgueme la batería a velocidad plus, por fa”.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.