ESCENARIO DE VIDA
Los científicos nos dieron la voz de alarma
A pesar de los estragos que ha venido causando el covid-19 en las vidas humanas, por otro lado nos dejó beneficios. Lo vimos en las imágenes que la Nasa proporcionó desde el espacio, permitiéndonos observar cómo el confinamiento permitió un respiro al planeta. La ausencia de vehículos circulando en muchas ciudades, aviones estacionados en los aeropuertos, y, en vez, animales que antes no veíamos caminando por las calles. Ahora nosotros estábamos confinados y los animales rondaban libres. Una lección para quienes decían que nosotros no fuimos los responsables del incremento del CO2 en la Tierra y se lo atribuyeron a manchas solares, a los ciclos de la Tierra o simplemente descartaron por completo que hubiese cambio climático.
' Conservo una silenciosa esperanza de que nuestras acciones cambien y decidamos comportarnos de forma diferente.
Vida Amor de Paz
Desde que puse pie en el centro del polo norte, en el 2007, y tuve la oportunidad de ver el deshielo y lo que le estábamos haciendo a la “refrigeradora del planeta”, conservé todo ese tiempo una silenciosa esperanza de que nuestras acciones cambiasen y decidiéramos comportarnos de forma diferente. Desde hace más de 20 años los científicos nos dieron la voz de alarma, pero en vez nos cruzamos de brazos, viendo de reojo y sospecha como que nos estaban mintiendo. No ayudó en nada que se dijera que solo era un “cuento chino” y la primera potencia mundial simplemente descartó a la ciencia.
Mil trescientos científicos del grupo intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) dijeron que se esperaba un aumento de la temperatura de entre 2.5 y 10 grados F. en las próximas décadas. El planeta podría seguir allí, pero sin seres humanos dentro de él. Tan delicado, que en el 2020 ya llegamos a alcanzar la temible cifra de 416.21 p/pm de dióxido de carbono, demostrando nuestro egoísmo y mentalidad cortoplacista. Para vivir en un planeta saludable debemos recordar que es menester permanecer en 350 p/pm de CO2.
El cambio climático ya ha mostrado sus efectos, que no son pocos. Hemos visto cómo los glaciares se han encogido. El mar Ártico se está derritiendo a una velocidad alarmante. Los hábitats de flora y fauna han cambiado, los incendios forestales se han intensificado, las áreas protegidas se han reducido, hay más animales y especies en peligro de extinción y los huracanes se han vuelto cada vez más fuertes, mostrando su rabia ante nuestra inconsciencia. En dos ocasines me entrevistó CNN, preguntándome sobre el tema, a lo que les respondí que no era un “cuento chino” y que no se trataba de creer o no creer, pues no era una religión. Se trataba de evidencia científica. De forma categórica hablé con aplomo para decir lo que había presenciado en el polo norte con mis propios ojos. Pero lo que me causa desasosiego es ver que aún no queremos entender.
Tenemos alternativas. A finales del siglo pasado, Marruecos tenía que comprar todo su gas y petróleo para suplir sus necesidades. Sentado al borde del Sáhara Marroquí y conectado directamente con el sur de Europa, ahora podría estar exportando energía para el año 2050. En Marruecos encontramos la estación de energía solar “Noor”, que es el complejo multitecnológico de energía renovable más grande del mundo. Al visitarle en diciembre del 2019 pude comprobar que provee de energía solar a unos 600,000 habitantes, supliendo hoy el 40% de energía renovable y espera llegar a un 52% para el 2030.
Como latinoamericanos debiéramos tomar ejemplo. De no empezar hoy, mañana podría ser demasiado tarde. Espero que el 2021 sea un año de cambios y podamos finalmente confiar en que las predicciones climáticas nefastas no se cumplirán, pues tomaremos acción. Mi próximo artículo será sobre el Sáhara Marroquí.