pluma invitada

Los niños de maíz van a la escuela

El maíz podría estar limitando la estatura y bienestar de los niños guatemaltecos.

Con el inicio del ciclo escolar en Guatemala, millones de niños regresan a las aulas con energía renovada y sueños por cumplir. Para la mayoría, las tortillas, los tamalitos y el atol que los esperan en la escuela y en su casa no solo son alimento, sino símbolos de identidad y cultura profundamente arraigados en la vida cotidiana. Pero detrás de este alimento básico se esconde una realidad preocupante: la dieta centrada en el maíz podría estar afectando el crecimiento físico de los alumnos, dejando huellas visibles en su estatura y en su bienestar general.

Los hongos en el maíz almacenado pueden frenar el crecimiento infantil y dañar la salud.

Aunque el maíz es una fuente vital de energía, no satisface del todo las necesidades nutricionales de un cuerpo en desarrollo. No tiene lisina, un elemento esencial necesario para construir músculo, reparar tejidos y, especialmente, apoyar el desarrollo óseo. Sin este ingrediente, los niños pueden experimentar limitaciones en su crecimiento físico, lo que se refleja no solo en su estatura, sino también en su fortaleza y salud a largo plazo.

El problema no termina ahí. El maíz también tiene muy poca niacina, que es esencial para el sistema nervioso, la piel y la digestión. La falta de esta vitamina puede causar pelagra, una enfermedad que debilita el cuerpo, baja la energía y puede impedir que los niños alcancen su potencial físico y académico. En las comunidades donde el maíz es el centro de cada comida, esta carencia podría estar perpetuando un ciclo de baja estatura y desarrollo incompleto.

Pero la sabiduría ancestral de las comunidades guatemaltecas ofrece una solución. La nixtamalización, un proceso que consiste en cocinar el maíz con cal, mejora significativamente su carga nutricional, liberando la niacina y aumentando la presencia de otros nutrientes esenciales como el calcio. Este paso sencillo puede marcar una gran diferencia en la dieta de los niños. Desafortunadamente, en muchas áreas rurales, esta práctica ha caído en desuso, debido a la falta de acceso a la cal o al desconocimiento de su beneficio para la salud.

A esto se suma un enemigo silencioso: las micotoxinas. Estas toxinas, producidas por hongos en el maíz almacenado en condiciones inadecuadas, no solo afectan el sistema inmune, sino que también están asociadas con el retraso del crecimiento infantil. Para los niños que ya enfrentan una dieta limitada, estas contaminaciones empeoran aún más las barreras para alcanzar una estatura y desarrollo óptimos.

Con estos desafíos en mente las soluciones están al alcance de la mano. Revivir la práctica de la nixtamalización, diversificar la dieta con alimentos ricos en proteínas y vitaminas como frijoles, huevos y verduras, y mejorar las técnicas de almacenamiento para evitar la contaminación por hongos son pasos esenciales para garantizar que el alimento más querido de Guatemala siga siendo un aliado en vez de un obstáculo.

El maíz, con toda su carga simbólica, puede seguir siendo el corazón de la dieta guatemalteca, pero con un enfoque actualizado que permita a los niños crecer fuertes, alcanzar su estatura ideal y estar mejor preparados para enfrentar las exigencias del aprendizaje y la vida. Este nuevo ciclo escolar no solo puede ser un año de oportunidades en el aula, sino también el inicio de una transformación nutricional que eleve no solo el rendimiento académico, sino también a las generaciones futuras, en todos los sentidos.

Garantizar que los niños alcancen nuevas alturas, tanto físicas como intelectuales, no significa abandonar las tradiciones, sino enriquecerlas con el conocimiento necesario para que el legado del maíz sea también un legado de salud y prosperidad.

ESCRITO POR:
Ana María Sánchez
Licenciada en Pedagogía