CABLE A TIERRA

Luz verde para el covid-19

49 días de epidemia, contados a partir de la fecha del primer caso detectado. Si retrocedemos un poco en el tiempo, veremos que la primera medida se tomó el 31 de enero; desde el 6 de marzo vivimos en estado de Calamidad, el cual ha sido renovado cinco veces desde entonces. Totalmente encerrados solo estuvimos siete días, del Viernes de Dolores a Domingo de Resurrección. Luego de eso, los toques de queda permitieron circular de lunes a viernes entre 4 o 5 de la mañana hasta las 5 o 6 de la tarde, según el antojo de la semana. Encierros parciales los sábados y domingos. Somos el fiel reflejo de lo que significa vivir solo para trabajar y sobrevivir.

' Sin censo ni estadísticas de empleo.

Karin Slowing

Resultado a la fecha: Más de 50 mil casos positivos y 2 mil fallecidos; recuento basado en estadísticas poco confiables porque, por una excusa u otra, en 149 días no se ha expandido la capacidad de testeo a los niveles necesarios para tener certidumbre del comportamiento real de la epidemia en el país. Aun así, el mapa nacional, teñido de escarlata y naranja, según los propios parámetros de quienes “dirigen” la acción pública, se usaron para avalar contra todo criterio técnico que se termine de reactivar la economía. Las proyecciones epidemiológicas para los próximos meses son sombrías. Una nueva alza previsible de casos costará más vidas, estrés al sistema sanitario y a la economía. No es ser pesimista. Basta con ver lo que ha ocurrido ya en otros países. Impunemente quieren ahora endosar a la responsabilidad individual lo que acontezca.
Como que no hubieran ido a la escuela de Medicina y de salud pública y no hubieran aprendido de la multicausalidad y la múltiple determinación de los problemas de salud de la población.

También con la economía estamos medio a ciegas. Ojalá los economistas nos expliquen pronto cómo, si el PIB todavía creció en 0.7% durante el primer trimestre, y si se inyectaron millardos por la vía de préstamos y endeudamiento con el Banco de Guatemala, ¿por qué hay tanta gente padeciendo? En el ínterin, me doy algunas explicaciones: Fueron los sectores y empresas que más empleo generan (micro, pequeñas y medianas) los que más han sido afectados por los cierres parciales y los que menos ayuda han recibido a la fecha. Los datos que presenta el Mineco sobre entrega de ayudas de empleo y a empresas son tan básicos que sirven poco para estimar el efecto de ese programa y saber quiénes se beneficiaron: 16,450 empresas y 171,826 trabajadores por el Fondo de Protección al Empleo al 27 de julio 2020. El INE, en déficit una vez más, porque no hay encuestas de empleo que nos digan realmente cuál ha sido la magnitud del daño. Un llamado al licenciado Abel Cruz y al ministro de Economía para que no pospongan más la realización de al menos una ENEI todavía este año.

Hubo empresas que sí tuvieron que cerrar, mientras que, con otras empresas, hasta de la vista gorda se hicieron; aunque no calificaban como “servicios esenciales” siguieron trabajando, convirtiéndose inclusive en focos de diseminación y contagio del virus. Es fácil deducir que la mayoría no contaba con suficiente capacidad financiera propia como para amortiguar cuatro meses de cierre, sea parcial o total. Se supone que para eso se diseñaron los programas económicos: para evitar quiebras y despidos. Pero también eran para que la gente se quedara en su casa cuando más se necesitaba y romper con la transmisión del virus y controlar la epidemia. Ese sentido de oportunidad epidemiológica de estos programas nunca se comprendió: llegaron tarde y poco. Ahora se proyecta que continuará activa por lo menos hasta marzo de 2021. En otras palabras, es al Sars-CoV-2 a quien le quedó la luz en verde para arrasar.

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