RINCÓN DE PETUL
Montañas y malas calles, dinero y un antigüeño
Ya encima de la gran montaña, esta se vuelve de alguna forma irrelevante. Es más el precipicio, que está a tan solo un brazo de distancia, el que no se deja de mirar. Guatemala, tan surtida en valles y montañas. Pero Los Cuchumatanes lo superan todo. Esto es otro nivel. ¿Qué importa el calcular con precisión la profundidad de estos barrancos? Caer sería sinónimo de instantánea fatalidad. Cruces en memoria, son constantes en el camino. Pocas están en solitario. Y es que, si el vehículo se despeña, absolutamente nadie podría sobrevivir. Por eso los altares de concreto en la orilla. Por eso las cruces. Tres. Quince. Veinte, a la vez. Imagina uno que fue un microbús o camioneta, a toda velocidad, grande y de colores; como la que va pasando a la par en este justo momento. ¡Vaya sustos los que da esta estrecha vía! Y qué estrecho fue donde quedamos, entre el armatoste colorido y el gran vacío, sin ninguna protección. Viajar al norte huehueteco todavía es una misión, en la búsqueda de un lugar escondido.
' Una especie de migración interna llega a Huehuetenango..
Pedro Pablo Solares
Estamos en la carretera 9N. Esta empieza en Xelajú, y su trayecto sur —que está mucho más desarrollado— la comunica con su próxima, Huehuetenango. Pero es la parte norte, la que empieza en el mirador Juan Diéguez Olaverri, la que es muy difícil de creer. No es solo lo primitivo de un camino que es más apto para bestias de carga dura. Es el pensar que esta bofetada a la contemporaneidad es lo único que nos comunica con nueve municipios. Los 9 que alojan a una tercera parte de la población del tercer departamento más poblado del país. Todos Santos Cuchumatán que, de ellos, es el único con predominancia mam; y los 8 municipios de las naciones q’anjob’ales. Esta vez no llegamos al final, Barillas, o al entronque con la Franja Transversal del Norte. Nos desviamos a San Sebastián Coatán, pasando por otras 5 cabeceras municipales. Si tuviera que calcular, un 60% es de hoyos, piedras y tierra, ideales para el motociclismo de enduro. Un 30%, residuos de asfalto. Y un 10% de pavimento, digamos que decente.
Pero hace falta redefinir esta región en términos de la economía. El conocido abandono ya conduce a algo más que solo pobreza. Cada año cambia el paisaje, y palacetes construidos con remesas, conquistan el horizonte. Recias señales. No son ya solo las naciones q’anjob’ales. Son también, una patria del migrante. ¿Qué pasará si deja de llegar el depósito del Norte? Quién sabe. Pero no es el caso hoy. Las tiendas, a reventar de productos. Los mercados, ocupados. No encontramos indigencia. Extraña escasez de los arruinados por el alcohol. La gente, ocupada. La próxima encuesta sobre remesas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) viene hasta el próximo año. Pero si usamos la última (de 2016) y el reporte de remesas del banco central, calcularíamos que un 9% de los $15 mil millones que se proyectan para 2021, llegan a este departamento. Más de Q10 millardos. Un rico pulmón artificial que atrae miradas.
Miradas como la de Daniel, el mesero que nos sirvió la cena en el hotel de Soloma. Mesero de profesión, en la pandemia, perdió su trabajo en el gran hotel de la calzada Roosevelt. Panza verde de nacimiento, no buscó trabajo en La Antigua. En cambio, tuvo noticia de que aquí, escondido en Los Cuchumatanes, el comercio está a reventar. Una élite local abarrota el lugar a diario. Por eso la ampliación del hotel, que construye otro edificio de 5 niveles. Él es una especie de migración interna, que llega a Huehuetenango. Le atrajo una economía alimentada por la migración internacional. Daniel vio la oportunidad. También lo hace la industria, con más rutas de distribución. Quien no lo ve, es el ausente Estado. Las montañas siguen con malas calles. Pero los pueblos de remesas jalan al antigüeño despedido. ¿A qué más estará jalando aquella artificial economía? ¿Acaso, de alguna forma, al resto del país?