REGISTRO AKÁSICO

No hay que dejarse babosear

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Apoyar acuerdos de paz no es redituable. Así le pasó al inicialmente españolista Gabino Gaínza, cuando firmó el Tratado de Lircay en 1814 en Chile. Allí se aceptaba para el futuro de la lucha política emancipadora, evitar la violencia. Del otro lado, uno de los firmantes nacido en la Ciudad de Guatemala era José Antonio de Irisarri. Tampoco le fue bien, pues tuvo que irse a Mendoza. Todos sabían que al chapín le gustaba la plata; así lo acusaron de financiamiento ilícito y miembro del pacto de corruptos.

Por su parte, Gaínza en 1816, se fue a Quito, para dejar atrás al Virrey de Lima. Luego consiguió, en 1820, ser trasladado a México como inspector militar. Cuando llegó a la Ciudad de Guatemala, el capitán general, Carlos Urrutia y Montoya, vivía entre patatuses; en medio de uno, lo nombró capitán general. Enterado el Virrey Joaquín Pezuela en Lima, Perú, protestó. Pero Gaínza ya había formado un grupo logial con Manuel Montúfar, Pedro Molina, Vicente Carranza, Mariano Gálvez, José María Castilla y José Francisco Barrundia.

En marzo de 1821 se conoció en Guatemala la firma del Plan de Iguala. De esa cuenta, Gaínza, Pedro Molina, Mariano Gálvez y otros patriotas no consideraron adecuado reconocer noblezas y emperadores. En consecuencia, se impulsó la idea de lo que llamaron América Central. La foto de lo que siguió está en el billete de Q20.

Enterado Iturbide, envió nota el 29 de octubre de 1821 para que se integrara el territorio a su imperio. Gaínza contestó el 2 de diciembre de 1821 pidiendo un mes para conocer el sentimiento de la población y sugiriendo la convocatoria a un Congreso popular. Para conocer este parecer se nombró a Mariano Gálvez. El referéndum resultó en 32 ayuntamientos por el nuevo emperador, mientras 104 pedían congreso y 23 estaban por la república. Las altas autoridades eclesiásticas afirmaron adhesión a Iturbide y acusaron fraude electoral.

Gaínza claudicó cuando se enteró de la proximidad del ejército trigarante para asegurar por la fuerza su programa político; a saber, religión católica, independencia e igualdad para indígenas, mestizos, criollos y españoles. Ya viejo, no quería combates, por lo que impulsó una jura al imperio y dar la bienvenida al invasor. Todo en vano.

Los oficiales trigarantes con 600 efectivos invadieron la Ciudad de Guatemala. Vicente Filísola, el jefe, ordenó a Gaínza presentarse en la Ciudad de México. Se le destinaría a Guadalajara, en esa época Nueva Galicia. Así que Gaínza partió siguiendo instrucciones. Descubrió que lo echaban del Ejército. Por la edad, 69 años, no pudo más que sobrevivir de sus pocos ahorros y morir en la miseria en 1829, en la Ciudad de México.

' Gabino Gaínza encarna al militar partidario de la negociación y de evitar la violencia política.

Antonio Mosquera Aguilar

Manuel José Arce y Fagoaga al frente del incipiente ejército centroamericano se enfrentó a las tropas invasoras. La república federal tuvo en San Salvador una prueba del heroísmo que se manifestaría en la América Central a lo largo de toda su historia. El ejército trigarante se retiró cuando supo la abdicación del malogrado emperador
Una buena intención contenida en el himno nacional ha servido para confundir a todos. Y lograron sin choque sangriento, se dice. Tal frase busca olvidar el recurso a la violencia y destacar el camino político.

Calificar a la independencia centroamericana como insubstancial, es una tontera. Los oenegeros patrocinados por las monarquías europeas, la vilipendian como un proceso político sin heroísmo y oportunista. No hay que hacerles caso. Aquí se ha luchado y cuando hubo necesidad de partirse el pecho y rajarse la cara, por la libertad y el derecho para todos, se hizo.

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.