DE MIS NOTAS

No puedes existir….

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Es difícil entender por qué alrededor del mundo hay tantas manifestaciones en contra de Israel y a favor de Palestina. La salvaje invasión reciente de Hamás contra el pueblo de Israel parece haber desaparecido del imaginario público. La narrativa se centra perversamente en los daños que el ejército israelí está ocasionando a la Franja de Gaza en su legítimo derecho a la defensa.

Pocas voces hablan de los más de cinco mil misiles lanzados contra la población de Israel, o de las incursiones de soldados de Hamás en pueblos judíos secuestrando y matando a cientos de civiles, mujeres y niños. Esta extraña adhesión de todos estos grupos contestatarios parece originarse en el mismo enfermizo ADN de los movimientos radicales de este enfermo planeta. Se nutren, crecen y multiplican adhiriéndose como moscas buscando la carroña de la coincidencia ideológica, que más que ideológica es una inclinación perversa.

No conocen que las raíces históricas del conflicto entre Israel y Palestina están profundamente entrelazadas con la presencia de comunidades judías en la región desde tiempos antiguos. Desconocen los lazos históricos del pueblo judío con la tierra de Israel, también conocida como Eretz Israel, los cuales se remontan a épocas bíblicas, cuando existieron los reinos de Israel y Judá.

La persecución del pueblo judío deviene de hace siglos. Sus tierras han sido objeto de numerosas conquistas e invasiones. Esta obligada dispersión por todo el mundo se conoce como la “diáspora”. A pesar de estos desafíos, la conexión entre el pueblo judío y la tierra de Israel ha sido y sigue siendo una parte integral de su identidad judía.

' Mientras no se aborde el tema de fondo, jamás habrá paz.

Alfred Kaltschmitt

Después de la Segunda Guerra Mundial y los horrores del Holocausto, la comunidad internacional reconoció la necesidad de un hogar para los sobrevivientes y refugiados judíos. En 1947, las Naciones Unidas aprobaron la Resolución 181, que recomendaba la partición de Palestina en estados judíos y árabes separados. Aunque esta resolución allanó el camino para el establecimiento del Estado de Israel, “todos los países árabes se opusieron”. Esta oposición a la existencia de Israel es la madre de todas las causas…
David Ben-Gurion, el primer ministro de Israel, proclamó la fundación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. En respuesta, los países árabes vecinos, incluyendo Egipto, Jordania, Siria e Iraq, lanzaron una invasión de Israel, desencadenando la guerra árabe-israelí de 1948. La guerra culminó con acuerdos de armisticio, pero no logró una paz duradera.

Las tensiones aumentaron aún más en la década de 1960, con los países árabes preparándose para la guerra con Israel. El cierre del Estrecho de Tirán por parte de Egipto, un importante pasaje marítimo para Israel marcó un punto de inflexión crucial. En respuesta a la inminente invasión, en junio de 1967, Israel lanzó un ataque preventivo, desencadenando la “Guerra de los Seis Días”. La victoria fulminante de Israel resultó en la captura de la Península del Sinaí, Cisjordania, la Franja de Gaza y los Altos del Golán.

“No tienes derecho a existir”, ha sido la posición de los países árabes desde 1948. Sin embargo, Israel siempre ha mostrado disposición para participar en conversaciones de paz y demostrado su compromiso con la paz. Un ejemplo importante fue la devolución de la Península del Sinaí a Egipto como parte de los Acuerdos de Camp David en 1978.
Posteriormente los esfuerzos por la paz continuaron con negociaciones entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que culminaron en los Acuerdos de Oslo en la década de 1990. Estos acuerdos establecieron la Autoridad Palestina y delinearon un marco para resolver cuestiones pendientes.

Los salvajes ataques con cohetes de Hamás contra Israel representan una culminación de tensiones de larga data. ¿Cómo hablar de paz contigo, si “tú” no tienes derecho a existir?

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.