NOTA BENE

¡No somos víctimas!

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Hacemos daño a las personas cuando las tratamos como víctimas. Así lo recalcó Cayetana Álvarez de Toledo en su paso por Guatemala, con ocasión del Summit Mujer: La energía que mueve el país, organizado por República.

Cayetana Álvarez fue la conferenciante estrella del evento. Ella posee nacionalidad argentina, francesa y española. En España se ha desempeñado como periodista, política y diputada. Es doctora en Historia por la Universidad de Oxford, donde estudió con el famoso historiador John Elliot. Al escuchar sus intervenciones en el pleno del Congreso, y algunas entrevistas disponibles en YouTube, apreciamos sus talentos: es inteligente, valiente y tiene ideas claras. Con elegancia, sin alterarse, pone los puntos sobre las íes.

La diputada es portavoz de la sensatez frente al embate de las ideologías identitarias. La lucha contra la identidad es una lucha por la civilización, sentencia en su libro Políticamente indeseable (2021). La cultura occidental pasa por un momento de crisis: los principios judeocristianos que dieron cimientos a la sociedad son atacados, y reemplazados por la sinrazón y la posverdad. Mujer, hombre, libertad, responsabilidad, familia, amor, fe, nuestro lenguaje y narrativa histórica, así como otras anclas existenciales son deconstruidas al punto de que en estos tiempos las universidades segregan estudiantes por raza y corre peligro quien se atreve a definir biológicamente el término mujer. Existen grupos que intentan normalizar la pedofilia, el transhumanismo y el infanticidio.

' Somos personas responsables y libres.

Carroll Rios de Rodríguez

Esta guerra identitaria es eminentemente política porque empodera a los políticos. Explicó Cayetana que los políticos adquieren poder sobre la ciudadanía cuando nos declaran víctimas por pertenecer a un colectivo minoritario. Desde el siglo XX, la izquierda ha fomentado la lucha de clases. En el siglo pasado quisieron enfrentar a los obreros (oprimidos) con los capitalistas (opresores). Después de la caída del Muro de Berlín, en 1989, se han inventado nuevas dicotomías como heterosexuales contra homosexuales, ricos contra pobres, y pacto de corruptos contra supuestos no corruptos. Se magnifican y tergiversan agravios históricos reales.

La víctima y los grupos de víctimas tienden a ver el mundo a través de lentes pesimistas y culpan a cosas externas de sus males. Con enojo exigen que los culpables de su situación paguen caro. El político explota estos sentimientos y se posiciona como el salvador de los oprimidos.

A las mujeres guatemaltecas reunidas por República nos recalcó Cayetana: nuestro peor enemigo no es el hombre, ni el patriarcado, sino el victimismo. Lo explicó magistralmente: permanecemos en un estado infantil cuando nos consideramos víctimas indefensas frente a una amenaza, y esperamos que otros actores nos defiendan o liberen de tal amenaza. No nos vemos a nosotras mismas con realismo, como adultas libres y responsables, capaces de gestionar nuestras propias vidas. Nos quedamos paralizadas y nos hacemos vulnerables, como si fuéramos niñas. Lo peor que le puede pasar al político que explota el discurso del victimismo es que los ciudadanos dejemos de serlo, porque entonces ya no pueden ser nuestros padres-estatales ni nuestros tutores.

¿Cómo debemos vernos a nosotras mismas, entonces? Cayetana nos recordó que tenemos una gran suerte de nacer mujeres, y que debemos celebrar nuestros distintos roles como profesionales, madres, esposas y más. Debemos reconocernos como personas individuales: cada una de nosotras habla por sí misma, no por un colectivo. Y debemos asumir con realismo que la vida no es fácil, pero que poseemos los talentos y las virtudes para nadar contra la corriente, río arriba, como los salmones.

ESCRITO POR:

Carroll Ríos de Rodríguez

Miembro del Consejo Directivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES). Presidente del Instituto Fe y Libertad (IFYL). Catedrática de la Universidad Francisco Marroquín (UFM).