ALEPH

O caen o se cae Guatemala

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¿Por qué tanta corrupción en Guatemala? ¿Por qué no caen Giammattei y Porras? ¿Qué o quiénes los sostienen? ¿Será porque no tenemos estado de Derecho y tampoco Sistema de Justicia? ¿O a lo mejor el Pacto de Corruptos es leonino y se aferra a un Estado que ha capturado para su propio beneficio? ¿Será también que la corrupción está ya en el ADN de buena parte de la sociedad? Son desesperantes los niveles de corrupción en Guatemala. Desde el policía que es pagado por la ciudadanía pero termina cuidando las rutas de la droga hasta el pastor que se asocia con los políticos de turno para manipular elecciones y saquear a la población, pasando por las funcionarias y funcionarios públicos que plagian tesis y compran títulos, hasta el inservible Ejército que, encima de todos los privilegios y casos de corrupción, quiere cobrar por ayudar a poner las vacunas regaladas. Además, el presidente, ante la amenaza de terminar desnudo, acostumbrado a doblar las cervicales ante el mejor postor, ha pasado a doblarlas ante los mineros rusos, ofreciéndoles nada menos que 150 mil metros cuadrados en el Puerto de Santo Tomás de Castilla. Solo para nombrar algunas manchas del tigre.

' ¿Dónde están los sindicatos de Educación y Salud en estas jornadas de protesta social?

Carolina Escobar Sarti

Acá algunas más: en 2019, el Congreso aprobó un préstamo de US$100 millones con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) para combatir la desnutrición crónica en Guatemala. Los fondos fueron asignados a los ministerios de Salud y Desarrollo. Según la noticia de un medio de comunicación, “el préstamo Crecer Sano ha servido para consultorías y gastos operativos”. (https://elperiodico.com.gt/cultura/salud/2021/08/10/prestamo-crecer-sano-ha-servido-para-consultorias-y-gastos-operativos/.

Esto, mientras Salud decide recortar Q83 millones que estaban destinados a prevenir muertes por desnutrición (elPeriódico, 7 de agosto 2021) y más de 108 mil estudiantes de todos los niveles educativos se retiraron del sistema escolar a raíz de la pandemia (La Hora, 7 de agosto 2021). Por cierto, corrupción es también que las bolsas escolares entregadas en este tiempo hayan servido para que miles de niños y niñas que no están en la escuela registren su asistencia y eleven las cifras de los supuestos beneficios que reciben del gobierno. Así que los número de ausentismo escolar podrían ser aún mayores. ¿Dónde están los sindicatos de Educación y Salud en estas jornadas de protesta social por tanta corrupción e impunidad? Les habrán dicho que calladitos se ven más bonitos.

No se levanta país a partir de una niñez y juventud que vive de manera tan indigna. ¿Cómo les decimos a las niñas, los niños y adolescentes de Guatemala que viven en un país de ladrones, que ya están endeudados por unos préstamos millonarios que se pidieron para comprar vacunas pero se usaron para profundizar la corrupción? ¿Cómo les decimos que los hospitales creados para contener y atender la pandemia tienen gente enferma tirada en el suelo, que no hay medicamentos ni equipo suficiente y que son espacios de muerte, abandono y corrupción? ¿Cómo les decimos que aquí no importan los niños y las niñas, que solo importa la corrupción?

El desgaste de este gobierno es evidente e imparable. Nada reconciliará al presidente y a varios funcionarios corruptos de los tres poderes del Estado con la ciudadanía que sueña con otro país, con el Washington de hoy ni con la historia. Ya no hay tanta desinformación como en el pasado, ni tan mala memoria; la historia que nunca quisieron dar en escuelas, colegios y universidades la estamos aprendiendo y reconstruyendo en calles, redes y medios. La corrupción es peor que el covid y mata más. Es incierto hasta cuándo van a sostener a la fiscal general y al presidente en los cargos, pero la realidad pospandemia de una Guatemala tan desigual está empujando la protesta social desde nuevos actores hacia otros escenarios. No somos 17 millones de corruptos y Guatemala es lo que nos estamos jugando.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.