SIN FRONTERAS

Observatorio Nacional de Remesas

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En Guatemala existe una joya de oportunidad que no ha sido trabajada. A pesar de que el país recibe remesas internacionales por más de US$10 mil millones anuales, aún nadie ha dado el paso para recolectar, sistematizar y analizar en detalle la información que surgiría de estudiar los comportamientos y tendencias económicos de la migración. Una iniciativa nacional que, a partir de eso, pudiera proponer y orientar a quienes quieran y puedan actuar. Los extraños momentos que vivimos en la actualidad propician a eso, a actuar y cambiar una actitud que hasta ahora ha sido desidiosa. Puede que haya excusas para el pasado. Por ejemplo ¿quién hubiera previsto en 1990 que el país, y en especial sus áreas más pobres, recibirían una inyección económica tan grande? Cierto, quizás nadie. Pero han pasado décadas desde que el éxodo nacional se hizo masivo. Y hemos aprendido, entre otras cosas, que en las últimas dos décadas el sistema bancario nacional recibió remesas que se acercan ya a la suma de US$100 mil millones. Y también, que esta suma va ganando protagonismo sobre lo que internamente producimos. Al inicio del siglo, el PIB rondaba los US$20 millardos, mientras que solo medio millardo ingresaba en remesas. Un 2.9% puntualmente. Pero ahora, aunque el PIB se cuadruplicó, lo de las remesas se multiplicó prácticamente por 20, comparándose ahora con un 13% de la producción interna.

' El país no puede continuar sin tener más estudios sobre un ingreso que equivale al 13% del PIB.

Pedro Pablo Solares

Esos números, y en particular, ese crecimiento, llaman a la acción. Pero en el medio nacional, aún estamos en las fases previas a la comprensión del comportamiento de las remesas. Por ejemplo, al hablar de ellas, la conversación se limita a la transacción entre dos países. Como que si aquél —donde se producen— fuera uno solo: un solo territorio, con una sola sociedad, con un solo gobierno y una sola economía. Y simultáneamente, como que si este —donde se reciben— fuera también solo uno: un solo territorio, con una sola sociedad, con una sola autoridad, y una sola economía. Quien conoce lo inmensamente plural de los dos países involucrados, estará de acuerdo con que para ser serios, es necesario desmenuzar ese concepto generalizador de la transacción entre dos países. Que, más bien, hace falta hablar de las capas multidimensionales que sumadas, conforman el concepto general. Una realidad que involucra a una multitud de estados nación; y con ellos, a una multitud de territorios, sociedades, políticas y economías. Y que eso conduce a la necesidad de conocer más datos. ¿Cómo —si no desmenuzando— podremos contestarnos preguntas recurrentes al respecto de las remesas? Y ¿quién —si no una iniciativa nacional— podría interpretar esta fuente de riqueza que tiene aspectos de estudio desde ángulos distintos del conocimiento y de los intereses sectoriales?

Claramente, el Gobierno central tiene una responsabilidad de estar involucrado en esta iniciativa, a través del Ministerio de Economía. Pero no solo es el Gobierno. También hay otros que están convocados al llamado y que no deben hacer oído sordo. La academia, en particular, que ha permanecido dormida en el estudio puntual y práctico de las dinámicas migratorias, y que lleva años de parálisis, entregando —si mucho— productos anodinos, redundantes y discursivos. La industria, la banca, las cooperativas, y otros sectores productivos tienen intereses evidentes y perspectivas que son valiosas, indispensables de considerar. Por ello, seguramente, es que Cacif publicó recientemente sobre su intención de promover esta plataforma. Y para que sea de beneficio general, otros deben participar. Los sopapos de 2020 no perdonaron a las remesas. Y es justo decir que el país no puede continuar sin tener más datos develados, sin estudios desmenuzados, y sin perspectivas profesionales sobre un ingreso que ya equivale al 13% del producto interno bruto.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.