ALEPH

¿Panem et circenses in aeternum?

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Nos mantienen entretenidos, distraídos, ocupados, apagando fuegos o migrando. Y la vergüenza, entre los golpistas y corruptos, es una palabra sin más uso que el de la diéresis en el idioma español. Les sirve mantener tenso el delgadísimo hilo de democracia que nos queda, para pasar presupuestos y leyes en el Congreso, que atentan contra el pueblo. Mientras, nos distraen con elecciones a destiempo en las cortes, con capturas del Ministerio Público o amenazas públicas en contra de enemigos del régimen de corrupción y con una Corte Celestial dictaminando a favor de los patrones.

' Hoy la política, considerada por algunos aún como un arte es, cada vez más, un burdo espectáculo.

Carolina Escobar Sarti

El grito de “fraude” sigue entrando por las ventanas y puertas de un Tribunal Supremo Electoral secuestrado, debilitado y presionado al máximo. El pacto de corruptos que nace hace décadas en Guatemala, pero que sale a luz con nombres y apellidos en solo los últimos diez años, ha perdido toda timidez y aún nos asombra el total descaro con que actúan. Sus operadores o son payasos, o perros bravos o tontos útiles. La cuestión es que, entre todos, nos quieren mantener con la vista fija en la arena de aquel circo romano que, hace siglos, entretuvo a las masas mientras los leones devoraban a sus presas.

Es el poeta latino Juvenal, quien define la frase “panem et circenses” y muestra su profundo desprecio por la decadencia de sus contemporáneos, mientras llama su atención por haber olvidado su derecho de nacimiento a involucrarse en la política. Y es que entonces, los políticos romanos habían diseñado un plan para ganar el favor de la plebe, basado en el clientelismo y el populismo: con entretenimiento y trigo gratis lograban mantenerlos alienados y alineados, sin posibilidad de crítica alguna, pero con la barriga llena. Sobra decir que, como estrategia para llegar al poder, fue muy efectiva. Y también sobra decir que, si bien la historia es cíclica, tiene sus matices.

Hoy la política, considerada por algunos aún como un arte es, cada vez más, un burdo espectáculo. Tiempo de decadencia en algunas partes del orbe. Basta ver a megalómanos, psicópatas, sociópatas y narcisistas como Trump y Milei, entre muchos más de “por aquí”, para confirmar que ellos y sus electores siguen viviendo a fuerza de pan y circo. Un candidato como Milei, que dice que habla con su perro muerto a través de un medium y saca una motosierra para celebrar su triunfo electoral, o es un peligroso showman con demasiado poder o un loco muy perverso.

Por eso, y con sobrada razón, se dice que Hitler no cometió solo el holocausto, sino en complicidad de los inocentes ciudadanos que callaron, o de los malignos cómplices que lo aplaudieron, le ayudaron y le siguieron al grito conocido de “Heil Hitler”. Los idiotas con poder como Lenin, Mussolini, Franco, Hitler, Trump, Milei, Ortega y más no surgen de manera espontánea; son peligrosos monstruos creados en las sociedades y los tiempos que los incuban. Extremistas con mucha entraña y aún más poder, otorgado por una mayoría. Y lo que más preocupa, son sus niveles de influencia en el tiempo.

Por ello, celebramos que, a pesar del fraude cantado que sí se venía dando en los tres organismos del Estado guatemalteco durante los últimos años, para llevar al poder a uno de los tres favoritos del pacto de corruptos, haya habido una ciudadanía consciente de su participación política en las juntas electorales, en las mesas receptoras, como fiscales de mesa o como simples electores. Acá se votó en contra de la corrupción, del pan y el circo. Y por ello no dan ni darán tregua, pero nada es para siempre. Así que, si bien vamos un paso a la vez, hay que enfocarnos en la marcha del próximo jueves 7, en el 15 de enero del 2024 y en los 20 años que siguen.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.