SI ME PERMITE

Por algo los pacificadores son bienaventurados

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“La paz con Dios pavimenta el camino a la paz con nosotros mismos y nos equipa para hacer la paz con los demás”. Andy Stanley

Cuando pensamos en personas que tienen una cualidad de ser pacificadores en el trato con los demás, no necesariamente son personas de un perfil pasivo, sino que, cuando en momentos del trato con los demás la relación se pone cuesta arriba, tienen una facilidad y la habilidad de no solo calmar las cosas, sino pueden encauzarlas para que las relaciones se logren subsanar.

' La paz se logra con un proceso de voluntad y se conserva con la reafirmación diaria del interés.

Samuel Berberián

Esta virtud nace en la voluntad de la persona, porque no simplemente está renunciando a su interés y conveniencia, sino que está dispuesta a dejar el espacio necesario para que la otra parte lleve adelante su modalidad y sus intereses.

Claro, cuando uno observa este tipo de comportamiento ve una clara madurez que la hace vivir tranquila y está trayendo provecho en la vida de los que la rodean.

De todos es sabido que los logros que tenemos en la vida no cuesta mucho perderlos, por ello los que son pacificadores evidencian la determinación de conservarla al punto que ganan la distinción de personas pacificadoras.

Por ello se les busca en situaciones adversas. Cuando ellos llegan tienen una habilidad de, primero, serenar y, luego, ofrecer alternativas, y las relaciones empiezan a fluir y el ambiente grato se restablece.

La notoriedad más destacada en estas personas que nos rodean es que en ningún momento buscan cómo presumir la cualidad, sino en muchas oportunidades ni siquiera admiten tener la cualidad, pero los demás sí lo reconocen, por ello buscan rodearse con personas que poseen esta feliz virtud, porque a todos nos beneficia y no solamente a los que la poseen.

Es muy difícil cuando uno ha llegado a una edad avanzada querer cultivar una cualidad como esta, pero en la infancia, cuando cada individuo se está desarrollando, se percibe la inclinación y sus mayores, si son sabios y atentos, pueden ayudar para que no se pierda esta virtud.

De otra manera nos sobran ejemplos de la vida diaria donde frases como estas se escuchan: “no te dejes…” o bien “tenés derecho a reclamar, porque eso es injusto”, y nunca falta la frase tan productiva del pacificador, que responde: “déjalo, no importa”, o bien “no vale la pena, que así quede”, pero no podemos negar que respuestas como estas pueden detener una guerra cuyo final pudiera ser de una magnitud catastrófica.

Es muy importante en nuestro medio cultivar entre los niños y en sus años formativos valores y virtudes de sana convivencia, y entre ellas esta, la de ser pacificador.

Por la misma razón que en cada círculo de amistades y relaciones hay una persona como esta, que crea unidad en el grupo y se puede conservar el grupo por mucho tiempo. Lamentablemente, cuando una de estas personas faltan en el grupo, los conflictos y las guerras están a la orden del día.

La mejor manera como se describe y se aprecia a los pacificadores en nuestras relaciones es a la luz de la aurora, que al principio nadie da crédito de ella, pero en unos minutos la luz se manifiesta y toda la atmósfera cambia, la claridad reina y todo se ve y se aprecia en una dimensión mucho más real.

Por ello, si nosotros, cada uno, dependiendo de en qué medio nos desenvolvemos, nos proponemos ser los pacificadores, nuestra sociedad tendría otra imagen y otra dimensión.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.