SIN FRONTERAS
Q’anjob’anglish
Aquí he comentado cómo el contacto más nutrido con migrantes en tierras del Tío Sam lo adquirí atendiendo las necesidades de los compatriotas mientras viven afuera. Así, alquilaba un carro, manejaba incontables horas por las largas carreteras y llegaba a algún pueblecito, en las remotidades de la “América” profunda. Mágicamente convergía con cientos de paisanos. Mi comunicación sería eminentemente en español. Eso, hasta que me obstaculizó que allá también viven guatemaltecos que no hablan el idioma de Castilla. A partir de ahí surgió el recurso de una dinámica fascinante. La primera vez me vi sorprendido, pero luego se volvió hasta cierto punto común. Por lo regular sería una mujer, maya monolingüe, que llegaría superando las barreras del habla para explicar su aflicción legal.
¿Qué hacer si llega alguien que solo habla mam, por ejemplo, a explicarme esas complejas historias que forman un problema jurídico? La solución, con frecuencia, venía acompañándola, paradito, a su par. Su hijo, o su hija, a veces, tan solo unos chiquillos, que servían de puente traductor. Lo interesante es que estos chicos, algunos, saltaron de la lengua del hogar al inglés, evadiendo el español. El niño me explicaría el problema in english, y mi respuesta in english se la traduciría a su madre, ya en la lengua maya. Una lengua, dicho sea de paso, entremezclada con vocablos esporádicos de inglés o español. En las largas oraciones en los idiomas mayas siempre van mezcladas palabras en español, o en el caso de los migrantes, palabras en inglés.
' Un tutti frutti de lenguas es el que se forma en los hogares mayas que viven en Estados Unidos.
Pedro Pablo Solares
Un tutti frutti de lenguas es el que se forma en los hogares mayas que viven en EE. UU. Las dinámicas son muchas y en cada hogar es distinta. Hago la salvedad de que lo mío es empírico, y que no hay respaldo académico. Pero en lo que vi hay comunidades lingüísticas como la quiché, donde la penetración del español ha sido mayor, y por lo tanto estos casos no son tan frecuentes. Pero hay otras comunidades más lejanas. Las que vienen de lo más hondo de algunos municipios, en mi experiencia, mayormente huehuetecos, donde la presencia del español es prácticamente nula, y en especial entre las mujeres del hogar. Mujeres que quizás no tuvieron el mismo acceso a la educación escolar, que suele venir en español, o que no salieron tanto a interactuar afuera del núcleo comunitario. Esas dinámicas han interactuado a lo largo de la historia entre las lenguas mayas, y el Estado, que viene en español.
A partir del éxodo internacional masivo de los mayas, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, esa ensalada de vocablos que suele formarse entre las poblaciones de migrantes empezó a mezclar lo aguacateco con el inglés, en Albertville, Alabama; lo jacalteco con el inglés, en Jupiter, Florida. Lo aguacateco con el inglés, en Morganton, Carolina del Norte. Y es que realmente no hay para dónde, lo puritano del idioma tiene que ceder. Simplemente no hay palabra en la lengua chuj para hablar específicamente del “highway” (carretera).
El diccionario español reconoció el vocablo “espanglish” para identificar la “modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los EE. UU. en la que se mezclan elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés”. De esto hay ejemplos que a los más puritanos les causan urticaria, pero que pueden ser fascinantes: un comercio en Houston, cuyo rótulo dice: “Washatería” (lavandería); “Compro carros Yonkiados”, dice en un periódico de Alabama. “¿Yonkiado?” es un vehículo que está en el Junk Yard, por supuesto. Los antropólogos que se interesaron en lo maya desde el siglo XIX habrían estado fascinados, creo, con lo que se está formando. Habría más recursos y podría aquí transcribirles una frase en q’anjob’anglish, con la mezcla entre lo indígena guatemalteco y la lengua que los acogió. Lo de Shakespeare mezclado con lo más profundo de lo maya guatemalteco.