RINCÓN DE PETUL

Que “criticar no cuesta nada”, dicen

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En algún ánimo que aún tiene por perseverar, la sociedad guatemalteca, tan llena de las más notorias deficiencias e inaceptables imperfecciones, va encontrando excusas que sostienen lo que es insostenible y que mantienen lo que de nosotros es lo más indeseable. Vemos que un ejemplo de esas formas se traduce en una idea pueril que se ha pegado en lo que dice mucha gente común. Yo, en lo personal, lo escucho con cierta frecuencia en conversaciones cotidianas donde se opina sobre aquel que osa levantar la voz; sobre el despierto que tiene el alcance de identificar dichas imperfecciones, y que tiene además los arrestos para objetarlas. Que “hay que actuar, porque criticar no cuesta nada”, dicen y con la instalación de tal falacia, de repente, y de un lengüetazo, se pasan llevando a esta persona; a sus principios, y principalmente, al aporte que le da a una sociedad que está urgida de la puntualización de los problemas que nos tienen sumergidos en uno de los fracasos colectivos más notorios del hemisferio entero. Estas personas, donde suele estar concentrada la élite intelectual del país, en actos de sacrificada valentía, advierten a gritos lo que augura el destino más indeseable que podría haber: aquel donde las generaciones futuras tendrán una herencia peor -aún- que la que nosotros hemos recibido de parte de nuestros propios antecesores.

' La esperanza por una Guatemala mejor llora hoy el fallecimiento del doctor Román Carlos.

Pedro Pablo Solares

No es fácil ser crítico en Guatemala, a pesar de que aquí, tantas cosas son notoriamente criticables. En un eterno afán de plantear las cosas desde una óptica optimista, en nuestra conservadora sociedad caben mejor las iniciativas propositivas, por pequeñas e insignificantes que terminen siendo para el gran esquema. En ese sentido, hay actividades que la sociedad ve bien y que aprueba, en contraposición a la reacción que obtienen quienes alzan su voz para protestar contra lo que ellos identifican como las causas originales de aquellos males. En tal sentido, le va mucho mejor -por ejemplo- a quien aporta una hora de su semana asistiendo a algún club de caridad, que a quien se juega el pellejo señalando los males que originan la necesidad de tal caridad. Por lo que podemos ver, incluso le termina yendo mejor hasta a quien anuncia su involucramiento en política y que se termina incorporando en un sistema donde solo los corruptos tienen posibilidad de prosperar. Esto, quizás porque hay un pueblo que no ha logrado dimensionar el valor y sacrificio de oponerse -con su nombre y con su voz- en contra de un sistema bien aceitado para que las circunstancias insultantes permanezcan, y para que los opositores, por objetivos que intenten ser, sean echados a un eterno ostracismo.

La esperanza por una Guatemala mejor llora hoy el fallecimiento del doctor Román Carlos, sucedido este viernes pasado. Y quizás no haya mejor ocasión para ejemplificar lo que exponen quienes critican la perversidad económica y política en el país. Un médico cuya capacidad científica levitó en lo alto de una cúspide mundial, pero que, lejos de acomodarse en los placeres de su posición, se distinguió por una vida de humilde servicio. Atendió los casos particulares, uno a la vez; pero trascendió de solo eso, convirtiéndose también en un emblema de la crítica a los males que afectaban el sistema corrompido de la salud pública. En un momento, alzó su voz casi en solitario, contra el gran monstruo, quien ácidamente contraatacó. En alguna forma, corrió la suerte de otros que han sacrificado incluso hasta la vida. Hoy en día, tenemos un rol fundamental en valorar a las víctimas de un ejército de troles que se abalanza contra quienes, desde disciplinas como el periodismo objetivo, la ciencia más pura, y la defensa de la justicia colectiva, denuncian la podredumbre actual. Esa esperanza por un futuro mejor le está en eterna deuda a semejantes valientes que lo sacrifican todo.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.