ALEPH

¿Qué será de ella ahora?

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“No olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca deben darse por adquiridos, las mujeres deben permanecer vigilantes toda su vida”, dijo Simone de Beauvoir. Suscribo totalmente lo dicho, sobre todo ahora que las milicias fundamentalistas de los talibanes han recuperado el control de Afganistán después de veinte años.

' Que las mujeres regresen a vivir en cautiverio atenta contra su dignidad y sus derechos esenciales.

Carolina Escobar Sarti

Justo hace veinte años, cuando Harris Whitbeck era corresponsal de CNN, hizo un reportaje sobre una joven mujer en aquel país. Me contaba, hace pocos días, que ella era hija y sobrina de mujeres que, bajo el régimen soviético, habían estudiado medicina. Por lo tanto, ella soñaba para sí algo similar. Sin embargo, bajo el régimen talibán anterior, hubo de volver a la burka y olvidarse de la posibilidad de estudiar en la universidad. Hasta aquel día. Luego de la caída del régimen talibán, Harris la acompañó a matricularse en la carrera de Medicina. Cuando él le preguntó por qué no se quitaba la burka si ya era permitido hacerlo, ella la retiró de su rostro y lloró. Llevaba cinco años sin quitársela en público. “¿Qué será de ella ahora?”, se preguntaba Harris en el medio de nuestra conversación.

Hoy, con los talibanes de nuevo en el poder, una serie de medidas represivas (29, para ser más exacta) fueron dictadas por ese régimen para las mujeres. Desde no salir sola a la calle hasta ser lapidada si muestra siquiera un poco de piel de los tobillos, no reír en voz alta, no usar tacones para no hacer ruido al caminar, salir a los balcones o hacer deporte, entre muchos horrores más. Incluso las imágenes de mujeres en las calles están siendo borradas y cubiertas con pintura negra. Pero para no jugarle a la doble moral de “allá todo mal y acá todo bien”, mejor recordar que en nuestro país machista, a la par de los crecientes fundamentalismos, han crecido también los femicidios, los descuartizamientos, la violencia sexual y la trata de niñas, adolescentes y mujeres. Somos uno de los países de América Latina con más embarazos en niñas y adolescentes.

Cientos de mujeres de la diáspora afgana han salido a las calles a protestar por lo que se avecina. Y, más allá de islamofobias o islamosimpatías, hay un tema subyacente que me interesa nombrar: es la necesidad de un Estado laico, sobre todo ahora que el gobierno guatemalteco pretende (además de la captura total del Estado, que ya es un hecho), introducir una “Política de protección de la vida y la familia”, basada en creencias religiosas y mentalidades medievales, y una “Ley de libertad religiosa” que contradice los principios de un Estado laico. Además, nuestro Ministerio de Salud asignó Q11 millones para la compra de vehículos del rubro destinado a métodos anticonceptivos. Dios bendiga a Guatemala.

Según Natasha Lindstaedt, profesora de la Universidad de Essex, “la victoria de los talibanes era inevitable”. No es solo la salida de las fuerzas estadounidenses o del presidente, Ashraf Ghani; la ubicación geográfica estratégica del país y la política intervencionista practicada en la región, incluido el apoyo a los talibanes, hacían predecir este desenlace. Afganistán es rico en petróleo y gas natural; además hay luchas históricas por recuperar los territorios ancestrales, y constantes e históricas intervenciones de la URSS/Rusia, del Reino Unido, EE. UU., Irán, Arabia Saudí, India y, por supuesto, Pakistán, país con el cual han mantenido una tensión secular. Que EE. UU. salga de Afganistán era decisión tomada por la administración Trump, refrendada por la de Biden y, según Lindstaedt, podríamos ver próximamente la consolidación de varios grupos terroristas en aquella región.

Cierro diciendo que ninguna práctica cultural estará nunca por encima de los derechos humanos. Que las mujeres regresen a vivir en cautiverio atenta contra su dignidad y sus derechos esenciales. Pero jamás veamos la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.