PUNTO DE ENCUENTRO

Querido Guayo:

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Cuando leas estas líneas espero que estés nuevamente en tu casa, de la que nunca debiste salir esposado hacia la Torre de Tribunales para enfrentar un proceso espurio y fabricado por un Ministerio Público (MP) que intenta —por todas las vías— frenar la llegada a la presidencia del binomio Arévalo-Herrera y, de paso, castigar a quienes como tú, dignamente y en defensa de la autonomía universitaria, denunciaron y se opusieron al flagrante fraude en la Rectoría de la Universidad de San Carlos (Usac).

' Ahí estabas con tu humanidad intacta, entonando la chalana.

Marielos Monzón

La noticia de tu arresto junto a la de otros dos profesores, Rodolfo Chang y Alfredo Beber, del estudiante sancarlista Javier de León y la excandidata a diputada por el Movimiento Semilla, Marcela Blanco (landivariana, por cierto); y un día después la del trabajador de la Usac, Martín Macario, se propagó rápidamente por las redes sociales y los chats. 27 órdenes de captura y 31 allanamientos para ‘atrapar’ a una “red criminal” que según la Fiscalía del Pacto de Corruptos habría depredado bienes culturales y cometido usurpación agravada con la toma de las instalaciones de la Universidad, no para rechazar la llegada de Walter ‘el usurpador’ Mazariegos como rector, sino como trampolín político.

Una ‘peligrosa’ estructura conformada por estudiantes, profesores y decanos, profesionales y trabajadores universitarios, abogados y tuiteros que se “asociaron ilícitamente” para —nos enteramos unas horas más tarde a través de la penosa conferencia de prensa que brindó el MP sobre su ‘sesuda investigación’— catapultar a los candidatos de tres partidos políticos (Winaq, Vos y Semilla) de cara a las elecciones generales.

Ahí estaba el ‘quid’ del asunto, la razón de las capturas: el plan alternativo de los golpistas del MP para intentar —ya no a través de la Feci de Rafael Curruchiche sino de Saúl Sánchez, otro triste y servil fiscal— sabotear la voluntad ciudadana y que el 14 de enero no asuma Arévalo por ‘depredador y sedicioso’.

¡Ay, Guayo! Cuánta perversidad para encerrar a personas inocentes utilizando la ley penal como herramienta de persecución y castigo. Lo explicó con claridad el exembajador Stephen McFarland “las capturas hechas por la Fiscalía General deben entenderse como una toma de rehenes (…) son mucho más que excesos en la aplicación de la ley”.

Pero a pesar de los grilletes, del allanamiento a tu casa con tu esposa y tus hijos adentro, de las acusaciones delirantes del MP tildándote de sedicioso y criminal, de la absurda decisión del juez de enviarles a Mariscal Zavala para esperar la primera declaración y de la incertidumbre que todo eso significaba, ahí estabas con tu humanidad intacta entonando La Chalana mientras te conducían a la prisión.

El mismo Guayo Velásquez, el reconocido economista y sociólogo, el punzante columnista, el investigador, el formador de cientos de estudiantes, el hincha del equipo de la Tricentenaria, el amigo, levantando con su voz el ánimo de sus compañeros y demostrando que la dignidad no se encarcela. Nos diste y nos dieron una cátedra de decencia, una lección que no pueden comprender quienes les acusan, porque no la conocen.

La grotesca y a la vez patética acusación y la impecable defensa de los abogados lograron que hasta un juez, miembro insigne del Pacto, retirara dos delitos y resolviera la prisión domiciliaria. Insuficiente e injusta, sí, correspondía la falta de mérito, pero fue una primera victoria frente a la maquinaria depredadora de los golpistas y el poder que todavía ostentan.

Dijo el fiscal cuando te acusaba que saludar con el puño a algunos integrantes del Comité de Unidad Campesina (CUC) probaba la asociación ilícita, dejame decirte que no es con un choque de puños como cientos de chapines te queremos saludar, sino con el puño en alto y con un abrazo por ser de los imprescindibles.

ESCRITO POR:

Marielos Monzón

Periodista y comunicadora social. Conductora de radio y televisión. Coordinadora general de los Ciclos de Actualización para Periodistas (CAP). Fundadora de la Red Centroamericana de Periodistas e integrante del colectivo No Nos Callarán.