DE MIS NOTAS

¿Quién dijo cuarentena?

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Los bañistas están regresando a las playas de Europa invadidos de entusiasmo y ansia de aire fresco, poder sentir arena bajo sus pies y la brisa marina con sabor de maravilla. Los restaurantes y bares están abiertos. Las risas y el jolgorio reemplazan el vacío del cierre. Se ve gente caminando en las calles. Los niños alegres perciben intuitivamente el cambio. Poco a poco la normalidad inicia su efecto como rayos de sol penetrando las sombras del encierro.

Nada ha cambiado y todo ha cambiado. El virus sigue deambulando por ahí, contagiando al cuerpo con sistema inmunológico frágil y debilidades físicas causadas por diversas enfermedades. Ese cuerpo debe cuidarse y subir la guardia. Hoy, más que nunca, la mejor y única vacuna contra el virus es cultivar la buena salud: ejercicios diarios, tomar vitaminas, baños de sol y seguir una dieta sana es la mejor protección inmunológica; completando la disciplina de desarrollar pensamientos de gratitud, porque si hay una actitud dañina, es la que escoge los lentes de la depresión y las confesiones pesimistas.

' Cada persona tiene que tomar decisiones individuales de la mejor manera posible, calculando sus propios riesgos.

Alfred Kaltschmitt

Aquí en Guatemala nos movemos entre las contradicciones de ajustarnos a las normativas gubernamentales y la realidad de una población que vive en la economía informal. Me escribe un pariente: “¿Y cuándo nos liberan? Esa es la pregunta del millón. En el interior del país, y en muchos lugares de la ciudad, la gente anda como que no hay cuarentena. Todas las tiendas de barrio abiertas, los puestos del mercado, los comedores haciendo carnitas a la orilla de la calle, almacenes abiertos, etc. etc. Y sin embargo, en la economía formal, que paga impuestos, ¡cerrada!”.

Lleva toda la razón… Pienso que tenemos que aceptar que el virus no desaparecerá y que la vida continúa. Que cada persona tiene que tomar decisiones individuales de la mejor manera que puede, con los recursos que tiene, calculando sus vulnerabilidades y riesgos.

Esa “libertad” individual es la que debe prevalecer. Es por ello que desde hace semanas se propone que el Gobierno abra la “economía formal”, dado que ya no se justifica el cierre de empresas que no presuponen un riesgo por sus capacidades de ejercer controles internos de asepsia, en comparación con la economía informal, que está operando sin restricciones. Entonces ¿de qué sirve seguir cerrando el sector formal, si es el que más impacta la economía en términos de generación de empleos, impuestos, circulante y gobernabilidad?

El costo de mantener cerrada la economía causa un daño que supera por mucho el impacto del virus. De ahí la importancia de darle la máxima prioridad al sistema de salud para atender a los enfermos.
Se disputan las métricas que se difunden porque no hay rigor en las mediciones. El sector público ha padecido un desorden sistémico desde siempre; la falta de pruebas masivas, las carencias en el sector de salud, especialmente la escasez de personal médico y paramédico es apabullante y generan suspicacia a la hora de los reportes.

La economía informal abrió hace días. Es un hecho. No se puede hacer nada. Luego, lo que procede es abrir la economía formal para generar los empleos que aún pueden salvarse con el consiguiente impacto para la reactivación económica.
Comer o no comer. Esa es la cuestión.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.