ALEPH

Rabia, contra la agonía de la luz

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La muy incipiente democracia guatemalteca agoniza. La institucionalidad del Estado es un cascarón vacío, la corrupción y la impunidad han tendido una sombra inmensa sobre nuestro presente y nuestro futuro, y aunque hemos aprendido a vivir entre crisis, pocas veces en nuestra historia hemos vivido una de calado tan profundo. Ya duró demasiado. Guatemala es la tierra del saqueo y el abandono. Y los ladrones de la luz han estado y siguen estando entre nosotros.

' Traigo a este momento el verso del poeta Dylan Thomas ante la muerte: “rabia, rabia contra la agonía de la luz”.

Carolina Escobar Sarti

Traigo a este momento el verso del poeta Dylan Thomas ante la muerte: “rabia, rabia contra la agonía de la luz”. No se puede sentir otra cosa en la Guatemala de hoy. Bien dice el poeta Marvin García, que el poeta es un contador del tiempo. Hay circunstancias que nos piden no aceptar dócilmente el ocultamiento de la luz, y esta es una de ellas: a una agonizante Guatemala hay que reimaginarla, no restaurarla para regresar al mismo orden que nos trajo hasta aquí. La acción política organizada debe caminar, desde una agenda sencilla, al ritmo de las movilizaciones sociales, pero considerando que no todos ni todas entendemos la realidad desde los mismos lugares.

¿Cuánta gente sigue siendo pobre, desnutrida y/o analfabeta después de una guerra de 36 años y de varios gobiernos impuestos por los financistas del Estado finquero que queremos dejar atrás? ¿Cuánto le sigue afectando la vieja manera de hacer las cosas a dos tercios de la población que sigue siendo pobre o extremadamente pobre? Queremos libros en las manos de las niñas y los niños, no armas ni esperanzas derrotadas. Queremos trabajos para la gente, no ejércitos de criminales robando en las calles, el Congreso, las empresas y las Cortes. Queremos decencia y un país, que no es mucho pedir.

Me he preguntado cuánto de esto tiene que ver con la educación y la comunicación en valores. En Guatemala, hay generaciones de una misma familia que no han accedido a la educación y no saben ni siquiera escribir su nombre, pero también hay una mala educación que ha instruido a muchos para funcionar sin pensar y para creer que robar es “normal”. El pensamiento crítico está ausente de la “buena educación” en Guatemala. La sociedad entera es formadora de generaciones, pero si una sociedad no lee ni los libros ni la realidad, ¿cómo no nos van a manipular cada cuatro años para votar sin elegir?

Estamos ante la XVII edición de la Feria Internacional del Libro en Guatemala/Filgua (26 noviembre- 6 diciembre), espacio que en años anteriores ha quebrado con la inercia de nuestro continuum de crisis y hoy llega, con mucho esfuerzo, en medio de pandemias, huracanes y saqueos imparables. ¡Bienvenida! Una de las maneras de resistencia más profunda a la tiranía de la corrupción, es el conocimiento que llega a través de la lectura continuada. Eso nos regala la oportunidad de pensar fuera de los dogmas de cualquier tipo, para incidir más conscientemente en nuestro mundo y apostarle a la libertad de expresión. La Filgua ha permitido, por años, un intercambio de ideas diversas, sin ninguna restricción política, religiosa o de otra índole. Creo que es lo que tanto molesta a la Cámara de Industria, que sigue queriendo apropiarse del nombre Filgua, cuya decisión final está en manos del actual Ministro de Economía(¡!). Eso les permitiría limitar la libertad fundamental de expresar nuestro pensamiento diverso.

No seremos dóciles ante la posible agonía de la luz. Seguiremos apostándole al presente y el futuro que podemos ser, recordando a la inolvidable Margarita Carrera en su “Iracundiae dea”: “Desde las palabras hacia adentro/más iracundas y solitarias que el apagado alarido/Desde tu pueblo que te habla e interroga/Bajar y girar bajar y girar/buscando el Noveno Círculo/a magistrados que roen el hueso de la infamia/Hugolinos hambrientos de ignominia y muerte/Vexilia regis prodeunt inferni:/ los estandartes del rey de los Infiernos avanzan.”

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.