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El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), sobre las condiciones de vida de los guatemaltecos, incluyendo empleo y vivienda, incorporando la fuerza de trabajo para complementar la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (Enei).


Tanto la Encovi como la Enei y la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) nos brindan valiosa información interina y complementaria entre censos generales, útil para la formulación de políticas económicas, sociales y ambientales, tanto en el sector público como en el sector privado.


La Enigh terminada el año pasado ayudó a mejorar la estructura del Índice de Precios al Consumidor (IPC), actualizando la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos Familiares (Enigfam) del 2010. Todos estos instrumentos nos proporcionan estadísticas valiosas y relevantes para conocer la realidad socioeconómica.


Hace muchos años, un recuadro en el Centro de Cómputo de la Sieca decía: “Existen las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”, expresión atribuida a Mark Twain. Pero no hay nada peor que no contar con información alguna y suponer o imaginar lo que sucede, viviendo autoengañado al margen de la realidad. Una de las debilidades seculares de Guatemala ha sido la ausencia de estadísticas que faciliten la toma de decisiones, tanto públicas como privadas.


Guatemala tiene una población joven porque el 59.6 por ciento es menor de 30 años. Y son más las mujeres, 52.7 por ciento. La mayoría de las viviendas son de block (63.2 por ciento), de adobe (13.0 por ciento) y de madera (11.9%). El 74.4 por ciento posee techo de lámina y solo el 19.9 por ciento, de concreto. Los pisos son de cemento (42.7 por ciento), ladrillo cerámico (26.1%) y aún hay viviendas con piso de tierra (23.0 por ciento). El 87.3 por ciento dispone de energía eléctrica, el 79.9 por ciento tiene contador de electricidad, 77.4 por ciento accede a distribución de agua, 49.4 por ciento tiene drenajes y 32.0 por ciento posee contador de agua.

Esta realidad estadística del país nos llama a la reflexión.


La población en edad de trabajar (PET), arriba de 15 años, es 11.4 millones; en tanto que la población económicamente activa (PEA) en 2023 era 6.7 millones, mientras la diferencia son personas que no tuvieron ni realizaron actividad económica ni buscaron hacerlo, denominada población no económicamente activa (PNEA). La población ocupada (PO), por la naturaleza laboriosa, creativa y resiliente del guatemalteco, sobresale porque se ocupa y busca quehacer para poder generar ingresos, mostrándose una tasa de desempleo de apenas el 1.7 por ciento.


No obstante, la tasa de subempleo visible (TSV), de quienes trabajan menos de la jornada laboral y quisieran trabajar más, es del 11.9 por ciento. En porcentajes, la TSV se concentra en servicios domésticos (19.4), cuenta propia no agrícola (17.5), trabajo no remunerado (14.0), jornalero o peón (13.6) y trabajo para patrón agrícola (12.7).


Según la Encovi, el promedio de ingreso laboral mensual en 2023 fue Q2,409. Por actividad económica, era: información y comunicación, Q5,883; administración pública, Q4,573; financieras y seguros, Q4,343; profesionales, Q3,758; inmobiliarias, Q3,351; construcción, Q2,488; industria manufacturera, Q2,325; comercio, Q2,310; agricultura, Q1,751; otros servicios, Q1,426. En promedio, los empleados gubernamentales ganaron Q4,964, mientras en el otro extremo ocupacional está el servicio doméstico, con Q1,003 mensuales.


Con un 70.3 de informalidad, se comprende que aguinaldo y bono 14 solo los hayan recibido el 26.8 y 30.3%, respectivamente. Esta realidad estadística del país nos llama a la reflexión.

ESCRITO POR:

José Alejandro Arévalo

Profesional, especialista en banca y finanzas. Profesor universitario. Consultor independiente.