SI ME PERMITE

Recordar para aprender, más que solo lamentar

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“Cuando el peligro ha pasado, el recuerdo queda siempre”.
Lao Tré

Para muchos guatemaltecos de edad avanzada, la fecha de hoy trae recuerdos de un sinfín de perfiles muy particulares, para algunos simplemente una fecha de un terremoto, pero para muchos más, recuerdos que de algún modo hacen resurgir escenas de dolor y sufrimiento que se tienen que vivir en un modo más silencioso que narrativo.

' Nuestro comportamiento debería ser el producto de lo que nuestros recuerdos nos están avisando.

Samuel Berberián

La vida nos permite recordar vivencias que en muchos casos deberían enseñarnos el cómo vivir y cómo prevenir algunas situaciones si en dado caso se repitieran, en particular aquellas que no avisan y uno debe saber cómo funcionar. El terremoto en Guatemala es un punto de referencia que, sin lugar a duda, para los que lo vivieron marcó un antes y un después, y por ello son como dos esferas completamente separadas. Estas nos deben enseñar a todos los que vivimos en esta bella tierra a ser precavidos en el modo como vivimos.

Cada uno de nosotros somos producto de lo que nos ha sucedido y lo que hemos aprendido de cada detalle que se ha vivido, pero no es tanto para narrarlo simplemente para que otros sepan lo que hemos vivido y sin lugar a duda que nos ha dejado marcado. Y muchas de las cosas que hacemos o el modo como las hacemos son resultado de lo que hemos vivido y cómo nos ha marcado. Por ello, cuando otros han experimentado situaciones adversas, deben ser comprendidas y no juzgadas, si tienen reacciones particulares.

Es muy probable en fechas como estas que se nos recuerde de algunas reglas preventivas que se deben tener presentes, y se enfatiza la parte preventiva, para que si en dado caso tuviéramos que vivir una situación similar, el daño sea mucho menor y se sepa cómo actuar, para que no perdamos la funcionalidad. Los que son prevenidos posiblemente no siempre son comprendidos, pero ellos son como maestros que nos enseñan cómo se debe actuar en situaciones similares antes de que sucedan, para que estemos preparados.

Cuando valoramos la vida en comunidad, aprendemos de lo que otros han experimentado y el simple conocimiento puede ser tan valioso como si lo hubiéramos vivido nosotros, si se recibe de buen modo y comprensión que en la vivencia también van incluidas las emociones y sentimiento que generó aquel breve instante, pero cuando se vivió parecía toda una eternidad.

Las reglas y prácticas de vida preventiva que podemos deducir sin lugar a duda de aquel terremoto pueden, seguramente, aplicarse a las diferentes situaciones que vivimos a diario cada uno de nosotros. No debemos ser de aquellos que aprendemos cómo actuar en situaciones particulares porque las experimentamos, sino es mucho mejor porque se nos aconsejó, y al poner atención termina valiendo como una vivencia personal, con el valor agregado de que no tuvimos que soportar el daño que algunas situaciones de la vida nos terminan causando.

Es sorprendente cómo el tiempo cambia y algunas veces borra la dimensión de los recuerdos, pero lo ideal para cada uno de nosotros, por los recuerdos de lo que se ha tenido que vivir, es que puedan reflejar una buena dosis de madurez y responsabilidad para poder ser de gran ayuda a los que son más jóvenes, a fin de que ellos puedan ser instruidos en aquello que hemos vivido nosotros, no porque lo escogimos, sino porque la vida nos ha llevado por ese camino.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.