Durante el 2020 se inició una serie de restricciones y obstáculos a las exportaciones, con políticas limitativas, incrementos de aranceles y el consiguiente incremento de precios, además de preocupaciones de calidad para los equipos de protección individuales que protegen a la población en esta crisis. Ante esta situación, comentaré sobre algunas restricciones temporales adoptadas, sobre todo, por los países que mayormente participan en el comercio mundial. Los países en desarrollo son los que están particularmente expuestos a estas desventajas. Lo preocupante son las restricciones a las exportaciones que violan la reglamentación comercial multilateral existente, que podrían desencadenar una espiral de represalias comerciales.

Muchos de los países grandes ya han impuesto restricciones a la exportación. Por ejemplo, programas de autorización de exportación de emergencia para equipos de protección personal como prendas protectoras, máscaras, guantes, gafas protectoras, productos farmacéuticos, incluyendo equipo hospitalario. En algunos casos estas medidas van mucho más allá de las restricciones a exportaciones de equipos de protección personal. Este año, debido a la crisis sanitaria, los médicos y sus equipos sanitarios requieren del acceso urgente a estos productos.

Los países en desarrollo están siendo afectados por las limitaciones a la exportación, pero además se enfrentan a otras de infraestructura. Por ejemplo, muchos de los países no tienen acceso a agua potable, menos a instalaciones básicas de higiene personal, como lo es el lavado de manos en el hogar.

Obstaculizar el suministro de productos necesarios del mercado mundial conduce a precios mundiales más altos y a cantidades reducidas, perjudicando al personal sanitario en otros países. Las restricciones a la exportación desalientan la producción local e incentivan el consumo interno, mientras que con el comercio abierto los consumidores locales, con la competencia, se benefician a través de precios más bajos y mayor acceso a los productos. No obstante, China ha respondido con suministro adicional, pero han surgido nuevos desafíos, que ante el aumento abrumador de la demanda externa han dado lugar a nuevas preocupaciones sobre la calidad de los productos y los niveles adecuados de supervisión regulatoria, con informes de piratería, productos defectuosos, acaparamiento y aumento de precios, además de la escasez.

Un factor importante que ha influido en este caso es que China, con 1,400 millones de habitantes, y como gran proveedor, ha tenido internamente un aumento en la demanda de estos productos. Los principales proveedores de equipos de protección personal como son, generalmente, los países desarrollados, que han impuesto repentinamente límites a las exportaciones. Cada uno de estos ha sido objeto de ajustes casi continuos, lo que ha causado gran incertidumbre sobre la disponibilidad de los equipos de protección personal para los consumidores necesitados de los países más pobres y pequeños en desarrollo.

Aún más difícil es para los países pobres, que tienen menos opciones que los países emergentes y de los países desarrollados. Donde una gran parte carecen de instalaciones de fabricación local y con menos capacidades para financiar y ampliar repentinamente la producción, y como consecuencia dependen totalmente de las importaciones como fuente de suministro. A estas alturas del covid-19, donde la mayoría de los países ya tienen meses de confinamiento y ha contaminado a más de 5.3 millones de personas, cobrando más de 350 mil fatalidades reportadas a nivel mundial, se debería liberar el comercio de los productos antes mencionados, apoyando así a muchos de los países pobres en desarrollo que aún están en medio de la pandemia.